Prisión Domiciliaria.- Para su concesión no se valoran aspectos subjetivos personales, laborales familiares o sociales
La
Corte Suprema, Sala de Casación Penal, en sentencia del 10 de junio de 2020,
Rad. 51615, se refirió a la prisión domiciliaria para cuya concesión no se
valoran aspectos subjetivos relacionados con el desempeño personal, laboral,
familiar o social del sentenciado. Al respecto dijo:
“La
Ley 1709 de 2014, en sus artículos 22 y 23, modificó el artículo 38 del Código
Penal y adicionó el artículo 38B, quedando de la siguiente manera:
ARTICULO 38. LA PRISION DOMICILIARIA COMO SUSTITUTIVA DE LA PRISION La prisión domiciliaria como
sustitutiva de la prisión consistirá en la privación de la libertad en el lugar
de residencia o morada del condenado o en el lugar que el Juez determine.
“El sustituto
podrá ser solicitado por el condenado independientemente de que se encuentre
con orden de captura o privado de su libertad, salvo cuando la persona haya
evadido voluntariamente la acción de la justicia.
“PARÁGRAFO. La detención preventiva puede ser sustituida por la detención en el lugar
de residencia en los mismos casos en los que procede la prisión domiciliaria.
En estos casos se aplicará el mismo régimen previsto para este mecanismo
sustitutivo de la prisión. (…)
ARTÍCULO 38B. REQUISITOS PARA CONCEDER LA PRISIÓN DOMICILIARIA.: Son requisitos para conceder la prisión
domiciliaria:
1.- Que la
sentencia se imponga por conducta punible cuya pena mínima prevista en la ley
sea de ocho (8) años de prisión o menos.
2.- Que no se
trate de uno de los delitos incluidos en el inciso 2o del artículo 68A de la Ley 599
de 2000.
3.- Que se
demuestre el arraigo familiar y social del condenado.
En todo caso
corresponde al juez de conocimiento, que imponga la medida, establecer con
todos los elementos de prueba allegados a la actuación la existencia o
inexistencia del arraigo.
“4.- Que se
garantice mediante caución el cumplimiento de las siguientes obligaciones:
(a).- No
cambiar de residencia sin autorización, previa del funcionario judicial;
(b).- Que
dentro del término que fije el juez sean reparados los daños ocasionados con el
delito. El pago de la indemnización debe asegurarse mediante garantía personal,
real, bancaria o mediante acuerdo con la víctima, salvo que demuestre
insolvencia;
(c).-
Comparecer personalmente ante la autoridad judicial que vigile el cumplimiento
de la pena cuando fuere requerido para ello;
(d).- Permitir
la entrada a la residencia de los servidores públicos encargados de realizar la
vigilancia del cumplimiento de la reclusión. Además, deberá cumplir las
condiciones de seguridad que le hayan sido impuestas en la sentencia, las
contenidas en los reglamentos del INPEC para el cumplimiento de la prisión
domiciliaria y las adicionales que impusiere el Juez de Ejecución de Penas y
Medidas de Seguridad.
“Además de modificar el monto de la pena mínima
establecida para el hecho punible –pasó de no exceder de 5 años a 8—, y
consignar la exclusión del mecanismo para los delitos señalados en el inciso 2°
del artículo 68 del mismo estatuto punitivo, se eliminó el factor subjetivo
relacionado con la valoración que hacía el juez respecto del desempeño
personal, laboral, familiar o social del sentenciado, orientado a establecer
que no colocaría en peligro la comunidad ni evadiría el cumplimiento de la
pena. En su reemplazo, se estableció, como nuevo factor objetivo, determinar el
arraigo familiar y social del condenado, para lo cual resultan válidos “todos los
elementos de prueba allegados a la actuación”.
“La eliminación
del factor subjetivo fue orientada por una política criminal derivada del
principio del “derecho penal como ultima ratio” y tiene como propósito que el mecanismo
sustitutivo de la prisión se fundamente sólo en factores objetivos,
contribuyendo a la descongestión carcelaria y evitando la discrecionalidad de los jueces que los había llevado a privilegiar la detención intramural del
condenado sobre la concesión de los beneficios y sustitutos consagrados en el
Código Penal.
“Según se expresó en la exposición de motivos del
proyecto presentado por el Ministerio de Justicia, las penas intramurales
debían ser el último recurso al que se debía acudir para la ejecución de la
pena, sin renunciar por ello a las funciones retributivas y de prevención
especial. La propuesta, se dijo, es una política inclusiva que no desconoce las
necesidades de seguridad ciudadana y se cimenta “en los mandatos constitucionales
que limitan racionalmente la intervención punitiva del Estado, y se funda en
principios básicos como los de proporcionalidad y necesidad de la pena”.
“Por
ende, el eje central de la propuesta consistió en:
“poner
en acción el principio del derecho penal como ultima ratio. En ese sentido, se
busca que las personas, que objetivamente cumplan los requisitos establecidos
en la ley accedan efectivamente a los beneficios de libertad. Actualmente, la
existencia de criterios subjetivos, dada la alta discrecionalidad de la que
gozan los jueces, impide el otorgamiento de dichos beneficios, a pesar de que
muchas de estas personas podrían acceder a ellos y contribuir así a la
descongestión de los establecimientos”[1].
“Los
factores objetivos determinados en la norma para otorgar el mecanismo
sustitutivo de la prisión domiciliaria, en síntesis, se centran en que el monto
de la pena establecido para el hecho punible no exceda los 8 años, que el
delito no sea de aquellos señalados en el inciso 2° del artículo 68A del Código
Penal como excluidos del instituto y que se demuestre el arraigo personal,
familiar o social. De igual manera, debe tenerse en cuenta la prohibición
establecida en el inciso primero del artículo 68A de no conceder el beneficio a
personas que hayan sido condenados por delito doloso dentro de los cinco años
anteriores. De cumplirse los requerimientos anteriores, el sentenciado deberá
garantizar mediante caución que cumplirá las obligaciones expresamente establecidas
en el numeral 4° del artículo 38B.
“Sobre
el factor objetivo del arraigo, la Sala ha señalado que es:
“«…el
establecimiento de una persona de manera permanente en un lugar, con ocasión de
sus vínculos sociales, determinados, por ejemplo, por la pertenencia a una
familia, a un grupo, a una comunidad, a un trabajo o actividad, así como por la
posesión de bienes” [2].
“De
igual manera, la Sala ha reiterado que el arraigo se demuestra con cualquier
medio de prueba, sin que necesariamente tengan que ser los practicados o
debatidos en el juicio oral, pues basta que hayan sido allegados a la
actuación.[3]”
[1] Exposición
de motivos, Gaceta del Congreso 117 de 2013.
[2] SP918 del 3
de febrero de 2016, radicado 46647 y SP 18912 del 15 d noviembre de 2017, radicado
46930.
[3] SP918 del 3
de febrero de 2016, radicado 46647 y SP4439 del 10 de octubre de 2018, radicado 52373
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