Algo va a suceder


En el ejercicio de la democracia en ocasiones acaecen fenómenos políticos, terremotos predecibles, se estremecen estructuras antiguas, columnas, vigas de amarres, alerones, las fachadas se fraccionan, desgastan, se corroe la pintura, el estuco y las barnizadas de impermeabilizantes con las que sonríen los candidatos inyectados de botox en la búsqueda de votos y votantes. 

Los cimientos se revientan, explotan, no aguantan tanto desgaste, y no responden. Las cúpulas de torres y campanarios ruedan, se desmoronan, las campanas y las homilías se silencian, pues algunos homiliarios pierden el habla, el lenguaje: 

Los recintos en donde se oficiaba con la palabra, con frases hechas y lugares comunes se desocupan. 

Los feligreses quienes concurrían con fervor y devoción a aplaudir sin ganas a los candidatos, a comulgar migajas, a escuchar como invitados de piedra, desfilan con disimulo para que nadie los observe, otros comienzan a correr a zancadas para guarecerse en otros cobertizos en donde les ofrezcan albergues transitorios, algunos corren invadidos de miedo, despavoridos, otros, corren heridos, a otros los evacuan en camillas, se escucha la alarma estrepitosa de las ambulancias, otros de manera lenta se sacuden el polvo, las cenizas, y cuando el salón queda vacío sólo se oyen los improperios que lanzan los candidatos. 

La polvareda invade el espacio, los lares, todos los rincones, y no permite a algunos ver con claridad la puerta de entrada ni la de salida. 

La música no se escucha nítida, tan sólo vaporosa, a lo lejos se escuchan los violines en invierno de Antonio Vivaldi, en algunos recintos sólo se escucha la marcha fúnebre de Chopin anunciando lamentos y el ambiente se invade de una atmósfera que anuncia las derrotas apabullantes. 

Los sobrevivientes del terremoto se reúnen, tratan de encontrar explicaciones, lloviznan preguntas sin respuestas, preguntas que nadie se atreve a responder, otros tienen conocimiento de las respuestas y callan porque se acostumbraron a la democracia de cafetería, a la del silencio duradero, y debido al impacto, unas veces esperado, inesperado, previsible, imprevisible, por azar o causas acumuladas, piensan de inmediato en construir, reconstruir, levantar las bases, cimientos, columnas, en volver a poner las campanas en el lugar de siempre, en invitar de nuevo a los homiliarios en el mismo púlpito de los lugares comunes. 

Transcurren meses, la reconstrucción se inicia a marchas forzadas, ingenieros y arquitectos recomiendan cambiar estructuras, fortalecer cimientos, corregir errores estructurales, evaluar las causas internas y externas que produjeron el derrumbe de las iglesias, de las cúpulas de las catedrales. 

En verdad, el ejercicio de de-construir, re-construir, levantarse, continuar y seguir haciendo camino es una praxis cotidiana,ininterrumpida, en donde lo esencial no es detenerse a contemplar la caída, el derrumbe de los lugares comunes, máxime cuando en el ejercicio de la política los aciertos como desaciertos, los triunfos como las derrotas no solo afectan individualidades, sino también a colectivos ciudadanos. 

En Colombia algo está sucediendo y algo va a suceder en la mirada prospectiva de construir Ciudadanía alrededor de Ciudadanos Vivos (no simples votantes peregrinos), alrededor de gestión de proyectos y ejecutorias que convoquen a los excluidos, a los géneros que nunca fueron invitados, a los jóvenes, a los escépticos, para incluir los tejidos sociales que antes no encontraron reconocimiento en la democracia

Se hace necesario leer y seguir leyendo que a la seudo democracia levantada a punta del coimeo con carruseles de la contratación se le derrumbaron las estructuras de otrora que engordaban sus cajas fuertes clandestinas, y se hace necesario leer e interpretar que el fervor popular en el camino hacia la victoria, se levanta como avalancha sin estructuras porque en el pueblo no tiene cabida la palabra miedo, y porque el único miedo que sienten y predican los campaneros de la miedocracia, es el miedo a que sus estructuras de otrora los terminen aplastando en la mezquindad que oficiaron sin pudor y sin medida.

germanpabongomez
Bogotá, febrero de 2017
El Portal de Shamballa

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