En la Imputación no tiene cabida control material, salvo violación de Derechos Fundamentales
La Corte Suprema, Sala Penal, en sentencia del 13 de febrero de 2019. Rad. 49386, reiteró que acerca de la imputación y acusación no tiene cabida el control material, salvo que se trate de violaciones a Derechos fundamentales. No obstante, el juez si debe constatar que las actuaciones cumplan con los requisitos de Ley. Al respecto dijo:
“Recientemente la Corte reafirmó que no existe
control material sobre la imputación y la acusación, mientras que el examen sobre
el acierto de la calificación jurídica de los hechos jurídicamente relevantes,
se ejerce exclusivamente cuando se advierta evidente vulneración de derechos
fundamentales. (CSJ 11 dic. 2018, rad. 52311):
“Si la Fiscalía cumple con la obligación legal de
expresar de manera sucinta y clara los hechos jurídicamente relevantes, los
jueces, por regla general, no ejercen control sobre el acierto de la
calificación jurídica, salvo que se trate de casos de evidente violación de los
derechos fundamentales.
Al respecto, en la decisión CSJSP, 05 Oct. 2016,
Rad.45594, la Sala, a la luz de sus propios precedentes, reiteró que
“El nomen iuris de la
imputación compete a la fiscalía, respecto del cual no existe control alguno,
salvo la posibilidad de formular las observaciones aludidas, de tal forma que
de ninguna manera se puede discutir la validez o el alcance de la acusación en
lo sustancial o sus aspectos de fondo. La tipificación de la conducta es una
atribución de la fiscalía que no tiene control judicial, ni oficioso ni rogado.
“La ley y la
jurisprudencia han decantado igualmente que, a modo de única excepción, al juez, bien oficiosamente, bien a solicitud de parte, le es permitido
adentrarse en el estudio de aspectos sustanciales, materiales, de la acusación,
que incluyen la tipificación del comportamiento, cuando se trata de violaciones
a derechos fundamentales.
“Es claro que esa permisión excepcional parte del deber judicial de ejercer un control constitucional que ampare
las garantías fundamentales.
“La transgresión de
esos derechos superiores debe surgir y estar acreditada probatoriamente, de
manera manifiesta, patente, evidente, porque lo que no puede suceder es que,
como sucedió en el caso estudiado, se eleve a categoría de vulneración de
garantías constitucionales, una simple opinión contraria, una valoración
distinta que, para imponerla, se nomina como irregularidad sustancial insubsanable,
por el prurito de que el Ministerio Público y/o el superior funcional razonan
diferente o mejor.»
“Precisamente, con el fin de salvaguardar esas
garantías procesales mínimas, señaló la Sala en el citado fallo, el Juez tiene
la obligación de realizar, en cumplimiento de las labores de dirección de la
audiencia, la verificación de (i).- la presentación sucinta y clara de los hechos
jurídicamente relevantes, y (ii).- el cumplimiento de los demás requisitos
formales establecidos en los artículos 288 y 337 de la Ley 906 de 2004, según
presida la audiencia de imputación o acusación, respectivamente. Así,
“al juez le corresponde velar porque la Fiscalía
presente una acusación que reúna los requisitos legales, mas no insinuar ni,
menos, ordenar, que opte por una hipótesis fáctica en particular (CSJSP, 05
Oct. 2016, Rad.45594).
"En suma, el Juez debe limitarse a garantizar que el
fiscal cumpla la ley, lo que se aviene a lo expuesto por la Fiscalía General de
la Nación en la Circular 0006 del primero de junio de 2017, donde se resaltó lo
siguiente sobre la estructuración de la acusación:
“Hechos jurídicamente
relevantes. Según la Corte Suprema de Justicia “la relevancia jurídica de hecho está supeditada a su correspondencia con la norma penal”. De esta forma, “los hechos jurídicamente relevantes son los que corresponden al presupuesto fáctico previsto por el legislador en las respectivas normas penales” (…). Su presentación debe hacerse en forma sucinta, de suerte que el operador jurídico pueda advertir el foco de la respectiva situación fáctica”.
“Según se acaba de indicar, con este tipo de
actos de dirección el juez no propone ni insinúa a la Fiscalía que emita la
acusación en un sentido determinado. Su intervención se limita a constatar que
la acusación contenga los elementos previstos en la ley, lo que, valga
aclararlo, puede resultar beneficioso para el procesado en cuanto tendrá
elementos para preparar su defensa e incluso porque puede liberarse del gravoso
juicio oral en el evento de que la Fiscalía se percate de que no están dadas
las condiciones para formular la acusación.
"En todo caso, aunque es cierto que
al juez le está vedado sugerir hipótesis delictivas, pues con ello podría afectar
su imparcialidad, también lo es que tiene la obligación de constatar que las
actuaciones de la Fiscalía cumplan los requisitos legales, pues de ello depende
la realización de un proceso viable en el sentido indicado en párrafos
precedentes. (CSJ SP5660-2018, 11 dic. Radicado 52311).
“Entonces, si
bien está claro que la imputación y la acusación no están sometidas a control
judicial, al juez si le corresponde, en desarrollo de los actos propios de
dirección de la audiencia, constatar que las actuaciones de la Fiscalía cumplen
los requisitos establecidos en la ley.
“Nada diferente
ocurre frente a los procesos que terminan anticipadamente, en tanto el juez
competente para examinar los términos de la negociación, debe verificar si
están dados los presupuestos para emitir una sentencia condenatoria, lo que
incluye aspectos como los siguientes:
(i).- La
existencia de una hipótesis de hechos jurídicamente relevantes, toda vez que,
en virtud del principio de legalidad, la condena solo es procedente frente a
conductas que estén previa y claramente sancionadas por el legislador;
(ii).- el aporte
de evidencias físicas u otra información legalmente obtenida, que permita
cumplir el estándar de conocimiento previsto en el artículo 327 de la Ley 906
de 2004, orientado, según dice esta norma, a salvaguardar la presunción de
inocencia del procesado;
(iii).- la
claridad sobre los términos del acuerdo, lo que implica, entre otras cosas,
precisar cuándo un eventual cambio de calificación jurídica (en cualquiera de
sus modalidades) corresponde a la materialización del principio de legalidad, y
en qué eventos ello es producto de los beneficios acordados por las partes;
(iv).- la
viabilidad legal de los beneficios otorgados por la Fiscalía, bien por la
modalidad y cantidad de los mismos, o por las limitaciones previstas frente a
determinados delitos;
(v).- que el
procesado, al decidir sobre la renuncia al juicio, haya actuado con libertad y
suficientemente información; etcétera.
“Así las cosas,
en los casos de terminación anticipada, la claridad de los términos del acuerdo
o de la imputación, según el caso, determinan la viabilidad del proferimiento
de la sentencia condenatoria.
“Ello es así porque
todo preacuerdo debe fundarse en la conducta imputada, que a su vez, debe ser
congruente con la descripción fáctica dada a conocer en la correspondiente
audiencia. Sólo así se abre paso a la
negociación con fines de terminación anticipada, de otra manera, las partes, intervinientes
y el juzgador, no podrán conocer qué se negocia y cuál es la contraprestación.
Así lo ha acotado esta Corporación:
“Al hilo de las posturas en
esta materia (preacuerdo sobre los términos de la imputación) la Sala Penal de
la Corte es del criterio de que el presupuesto del preacuerdo consiste
en no soslayar el núcleo fáctico de la imputación que determina una correcta
adecuación típica, que incluye obviamente todas las circunstancias específicas,
de mayor y menor punibilidad, que fundamentan la imputación jurídica: Imputación
fáctica y jurídica circunstanciada.
“Sólo a partir de ese
momento, tanto el fiscal como la defensa tienen perfecto conocimiento de qué es lo que se negocia
(los términos de la imputación), y cuál
es el precio de lo que se negocia (el decremento punitivo).
“Por ello, a partir de
establecer correctamente lo que teóricamente es la imputación fáctica y
jurídica precisa, resulta viable entrar a negociar
los términos de la imputación:
“Es el momento en que pueden
legalmente el fiscal y la defensa entrar a preacordar
las exclusiones en la imputación porque ya pueden tener idea clara –uno y
otro- de lo que ello implica en términos de rebajas punitivas.
“Establecida correctamente la
imputación (imputación circunstanciada) podrá –el fiscal- de manera
consensuada, razonada y razonable excluir causales de agravación punitiva,
excluir algún cargo específico o tipificar la conducta dentro de la alegación
conclusiva de una manera específica con miras a morigerar la pena y podrá –la
defensa, la fiscalía, el Ministerio Público y las víctimas- mensurar el costo /
beneficio del preacuerdo.[1]
“Por ello, la imputación bajo estrictos parámetros
de legalidad es la base que viabiliza las negociaciones, incluido el
allanamiento, habilitando incluso eventuales correcciones que deban hacerse por
‘ajuste de legalidad’ de los cargos imputados, con miras a la presentación del
escrito de acusación, siempre, partiendo de la claridad y precisión del acto
reglado de comunicación, con el objeto de que se establezca, sin equívocos,
cuándo una modificación que beneficia al imputado constituye un beneficio o
cuando corresponde a un acto unilateral de corrección de parte del ente
acusador. Así lo ha precisado la Corte:
“En
primer término, debe resaltarse que esta Corporación, en la decisión CSJ SP, 05
de octubre de 2016, Rad. 45594, avaló la actuación de la Fiscalía durante la
audiencia de acusación –antes de que la misma se consolidara-, consistente en
corregir la imputación en lo que concierte a la forma de participación –la
cambió de coautor a cómplice-, con la expresa advertencia de que ello no
correspondía a un beneficio para el procesado sino a un correctivo en la
calificación jurídica.
“Si
se tiene en cuenta que los beneficios que puede recibir el procesado tienen
relación directa con el momento de la actuación en que decida someterse a una
forma de terminación anticipada, resulta inadmisible que el ente acusador, con
una imputación o una acusación equivocada, le limite esa posibilidad, o lo
someta a la encrucijada de aceptar cargos desbordados o acceder a un menor
beneficio por tener que esperar que la Fiscalía, en una instancia procesal
posterior, ajuste la imputación o la acusación al ordenamiento jurídico.
“Lo
anterior bajo el entendido de que la imputación y la acusación son actuaciones
regladas, y que en las mismas no se pueden consagrar beneficios infundados ni
agravar la situación del procesado cuando no haya lugar a ello.
“En
efecto, los artículos 250 y siguientes de la Constitución Política, a la par
que le otorgan a la Fiscalía las funciones de investigar y acusar, establecen
límites para el ejercicio de las mismas, que fueron desarrolladas puntualmente
en la Ley 906 de 2004 en cuanto estableció, por ejemplo, el estándar de
conocimiento que debe alcanzarse para la imputación (287) y la acusación (326),
la obligación de delimitar las hipótesis de hechos jurídicamente relevantes,
entre otros aspectos. (…)
“En
este orden de ideas, la Fiscalía tiene la posibilidad de corregir los cargos en
el interregno comprendido entre el inicio de la audiencia de acusación y la
consolidación de la misma, cuando considera que un yerro en ese sentido limita
la posibilidad del procesado de someterse, tempranamente, a una forma de
terminación anticipada de la actuación, tal y como lo concluyó la Corte en la
decisión CSJ SP, 05 Oct. 2016, Rad. 45594.
“Sin
embargo, es su deber aclarar si la modificación corresponde a una corrección en
el ejercicio de las funciones reguladas en los artículos 286 y siguientes, y
326 y siguientes de la Ley 906, o si se trata de un beneficio en los términos
de los artículos 348 y siguientes ídem.
"Ello resulta fundamental, entre otras
cosas, para que el juez pueda establecer el tipo de control procedente, porque
no es lo mismo analizar si la Fiscalía, en el ejercicio de su función de
acusar, incurrió en una violación flagrante del ordenamiento jurídico –control
a la acusación[2]-,
que definir, verbigracia, si en virtud de un acuerdo se está concediendo un
doble beneficio, en los términos del artículo 349 –control al acuerdo-. (CSJ
AP8231-2017, 29 nov. Rad. 51562).
“En síntesis, aunque es
cierto que los jueces solo pueden intervenir excepcionalmente en la función de
la Fiscalía de estructurar la acusación, la misma está sometida a controles,
como todas las actuaciones públicas en un sistema democrático, los que van
desde el autocontrol (de cada delegado del ente acusador y de la Entidad, en
virtud del principio de unidad de gestión), hasta la responsabilidad política,
disciplinaria y/o penal que puede derivarse de un proceder contrario a las
previsiones constitucionales y legales”.
[1] CSJ SP, 12 sep. 2007, rad. 27759
(subrayas y negrillas en el texto). En el mismosentido, cfr. Igualmente, cfr.
CSJ AP-7233-2014, 26 nov. 2014, rad. 44906.
[2] Que
es excepcional, en cuanto solo procede frente a violaciones manifiestas del
ordenamiento jurídico. Al respecto, en la decisión CSJSP, 05 Oct. 2016, Rad.
45594, se analiza el desarrollo jurisprudencial de esta temática.
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