El Tiempo nos está contado
"Así me place reprender a alguno de la turba de los
viejos:
<Vemos que llegaste a lo postrero de la vida humana. Cien o más años te agobian; pues bien: vuelve atrás y llama a cuentas a tu existencia; computa qué porción de este tiempo se te llevó el acreedor, qué porción la amiga, qué porción el rey, qué porción el cliente, qué porción ocuparon tus querellas conyugales, qué parte la corrección de los esclavos, qué parte las caminatas por la ciudad en cumplimiento de los deberes de la cortesanía; añade a esta suma las enfermedades que tu mismo provocaste, añade el tiempo que sin provecho discurrió, y verás como tienes más pocos años de los que cuentas.
Haz memoria de cuántas veces perseveraste en el propósito, de cuántos días transcurrieron con la destinación que les asignaste, de cuánto pudiste disponer de ti mismo, de cuándo tu rostro mantuvo su tranquila dignidad, de cuándo tu alma no sucumbió a la cobardía, de cuantas obras terminaste en tan largo plazo de vida, de cuántos te la defraudaron sin que tú sintieses la pérdida, de cuanto ella te restó el dolor vano, la necia alegría, la codiciosa avidez, la conversación complaciente, y cuán poco se te dejó de lo que era tuyo.
Entonces comprenderás que tu muerte es prematura.> ¿Cuál es la causa de todo esto? Que vivís como si tuvierais que vivir siempre, que nunca os viene a las mientes la idea de vuestra fragilidad, que no medís el tiempo que ya ha transcurrido, lo perdéis como si tuvierais un repuesto colmado y abundante, cuando, tal vez, ese mismo día de que hacéis donación a un hombre o a una cosa sea para vosotros el último.
Teméis todas las cosas como mortales, y todas las deseáis como inmortales"
<Vemos que llegaste a lo postrero de la vida humana. Cien o más años te agobian; pues bien: vuelve atrás y llama a cuentas a tu existencia; computa qué porción de este tiempo se te llevó el acreedor, qué porción la amiga, qué porción el rey, qué porción el cliente, qué porción ocuparon tus querellas conyugales, qué parte la corrección de los esclavos, qué parte las caminatas por la ciudad en cumplimiento de los deberes de la cortesanía; añade a esta suma las enfermedades que tu mismo provocaste, añade el tiempo que sin provecho discurrió, y verás como tienes más pocos años de los que cuentas.
Haz memoria de cuántas veces perseveraste en el propósito, de cuántos días transcurrieron con la destinación que les asignaste, de cuánto pudiste disponer de ti mismo, de cuándo tu rostro mantuvo su tranquila dignidad, de cuándo tu alma no sucumbió a la cobardía, de cuantas obras terminaste en tan largo plazo de vida, de cuántos te la defraudaron sin que tú sintieses la pérdida, de cuanto ella te restó el dolor vano, la necia alegría, la codiciosa avidez, la conversación complaciente, y cuán poco se te dejó de lo que era tuyo.
Entonces comprenderás que tu muerte es prematura.> ¿Cuál es la causa de todo esto? Que vivís como si tuvierais que vivir siempre, que nunca os viene a las mientes la idea de vuestra fragilidad, que no medís el tiempo que ya ha transcurrido, lo perdéis como si tuvierais un repuesto colmado y abundante, cuando, tal vez, ese mismo día de que hacéis donación a un hombre o a una cosa sea para vosotros el último.
Teméis todas las cosas como mortales, y todas las deseáis como inmortales"
Séneca, De la brevedad de la vida, III, Traducción Lorenzo
Riber, en obras completas. Aguilar, Madrid, 1943
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