Cuando la Teoría del Caso imita al Ajedrez: Juega tu propia partida

 

El Maestro Garry Kasparov, al respecto escribe:

 

“Dos ajedrecistas potentes pueden tener estrategias muy distintas en la misma posición que pueden resultar igualmente eficaces; aparte de aquellas posiciones en las que existe una única y obligada táctica ganadora”.

 

“Cada jugador tiene su propio estilo, su propia manera de resolver los problemas y tomar decisiones. Una clave para desarrollar estrategias de éxito es ser consciente de las propias fuerzas y debilidades, saber lo que uno hace bien” (…)

 

“Mi estilo de juego agresivo y dinámico va acorde con mi fuerza y mi personalidad. Incluso cuando me veo obligado a defender, busco constantemente una oportunidad para conseguir una ventaja y contraatacar”.

 

“Y cuando paso a la ofensiva, no me contento con victorias modestas. Prefiero el ajedrez enérgico y duro, donde las piezas vuelen sobre el tablero y donde pierde el jugador que comete el primer error”.

 

“Otros jugadores, incluido el hombre a quien derroté en el campeonato del mundo, Anatoli Karpov, son especialistas en acumular pequeñas ventajas. Arriesgan poco y se conforman con mejorar lentamente su posición hasta quebrar al adversario. Pero todas esas estrategias —defensivas, dinámica, de maniobra— pueden ser muy eficaces en manos de alguien que las entienda bien[1].

 

Así, como sucede en la partida de ajedrez que es un sistema coordinado de ideas convergentes a través de todas las peripecias del desarrollo del raciocinio (Martínez)[2], que no se juega sola, pero donde Usted si lo hace y, la “forma que usted le concede a la posición de ajedrez es una manifestación externa de lo que se encuentra en su interior” (Rowson)[3], así, también, sucede en el tablero adversarial, temible.

 

En ese horizonte, los penalistas conocedores a fondo del tablero procesal y fundamentos de la teoría del delito, frente a un caso-conducta por defender en la fase de apertura, fase intermedia y fase final del juicio oral, desde sus miradas valorativas sustanciales penales, pueden diseñar estrategias y tácticas distintas, las cuales pueden resultar igualmente eficaces.

 

Pero a su vez, puede ocurrir que tratándose de la teoría del delito aplicable a la conducta objeto de prueba y justificación, donde el relato de conductas jurídicamente relevantes solo tiene finales cerrados de condena gravosa o condena degradada, inevitables, tan solo exista una única y obligada táctica de Defensa a desarrollar, frente a la cual se hace necesario adoptar decisiones con serenidad y razonabilidad jurídica, como puede ser la decisión de allanarse a cargos o firmar un preacuerdo.

 

Los modos de proceder, y mediante las cuales se asume la Defensa técnica en los tableros acusatorios son variables: algunos defensores son fríos y diplomáticos ante los adversarios; otros buscan de forma constante advertir una oportunidad de error de estructura o garantía sustancial o error de valoración sustancial cometido por el adversario para conseguir una ventaja y contratacar, pues no se conforman con victorias modestas (Kotov)[4]; otros prefieren la Defensa reactiva (Moreno)[5], sistemática (Tubau)[6], y aprovechan hasta el mínimo error cometido por el Fiscal, el agente del Ministerio Publico o el representante de la víctima, para atacarlos y poner de presente sus errores o desaciertos.

 

Otros defensores son especialistas en acumular pequeñas ventajas (Kotov)[7], y se conforman con mejorar poco a poco su posición de Defensa, hasta lograr el cometido estratégico y sustancial por el cual apostaron desde la apertura en el escenario de las controversias pertinentes para oponerse al decreto e imposición de medida de aseguramiento.

 

En los ejercicios de Defensa técnica, no existe una única estrategia ni únicas tácticas sobresalientes. Por el contrario, todas las estrategias y tácticas proactivas y reactivas (Benavente)[8] pueden resultar eficaces en manos de quien las entienda y utilice con aciertos. Por tanto, en ese horizonte de indistintas estrategias y tácticas de Defensa, reactivas como proactivas: 

 

Caminante, juegue su propia partida con credibilidad (Moreno)[9] conforme a su estilo y las fortalezas (Higa)[10] que le brinden las proposiciones fácticas, las acreditaciones probatorias pertinentes y la teoría del delito aplicable a su planteo del caso, pero antes de jugar su partida adversarial, de forma previa, pregúntese, sea objetivo y, en absoluto sincero en ponerle de presente a su defendido acerca de ¿cuál resultado sustancial penal estará jugando? o a ¿cuántos resultados sustancial penales estará jugando? (Rowson)[11].

 

Caminante, juegue su propia partida, juéguela fuerte[12], déjese llevar por la corriente (Rowson)[13] acorde con su personalidad, con su capacidad de adaptación a las circunstancias que se presenten, toda vez que no siempre se pueden escoger ni mover las mismas fichas probatorias y valoraciones sustancial penales; no siempre se pueden escoger idénticas aperturas, idénticos movimientos intermedios, similares alegatos de apertura y argumentos finales de conclusión, toda vez que los campos de batalla adversariales son variados y diferentes.

 

En el tablero adversarial azaroso, usted debe confiar en su capacidad de análisis, en el valor de sus convicciones, donde lo aconsejable radica en hallarse atento, de forma constante, a las condiciones que generan errores de estructura o de garantías sustanciales, a las condiciones sustanciales de refutación (Chillón)[14], y oportunidades propicias para el triunfo de la estrategia diseñada.

 

Al jugar su partida, procure recordar, siempre, que su adversario puede ser tan buen estratega como Usted o, incluso más sobresaliente que Usted (Tubau)[15]; conozca al juez, a los integrantes del tribunal[16]; conozca la contraparte (Higa)[17] sus fortalezas y debilidades, los puntos fuertes y débiles del planteo del caso acusatorio; cuestione y evalúe con rigor tanto los resultados favorables como los desfavorables, y las decisiones por adoptar.

 

Caminante, en el desarrollo de su partida adversarial, pregúntese siempre, acerca del ¿por qué? de sus movimientos de Defensa, antes y después de las audiencias de formulación de imputación, imposición de medida de aseguramiento, formulación de acusación, descubrimiento probatorio, solicitud pertinente de decreto y práctica de pruebas y, aún después de proferida la sentencia condenatoria o absolutoria. A su vez, pregúntese, antes, acerca del ¿por qué? de sus movimientos en los interrogatorios, contrainterrogatorios, en la impugnación de credibilidad de testigos (52394)[18], en sus alegatos de apertura y de conclusión.  

 

Vigile, al detalle, el movimiento de sus fichas probatorias en modo de argumentación jurídica impactante; vigile el movimiento de las fichas probatorias y argumentos del Fiscal, agente del Ministerio público y representante de la víctima; tome, de forma permanente, notas (Decap, Moreno)[19] del embate, de los flancos fuertes y débiles, de las marañas, desaciertos y contradicciones —no accesorias—, sino esenciales, principales, de los testigos de cargo, de los aciertos o desaciertos argumentativos suyos[20] y de quienes se hallan sentados frente a Usted en el tablero de ajedrez acusatorio.

 

Camine sin desviarse de la estrategia diseñada ni de la táctica ensamblada; tome decisiones sin desorientarse[21] de las proposiciones fácticas relevantes, de las evidencias mediante las cuales se acreditan aquellas, y camine sin alejarse de los aspectos del planteo del caso elegidos, toda vez que, las desviaciones o distracciones (Kasparov)[22] pueden generar inestabilidad y conducirlo a cometer errores.

 

En ocasiones, el abogado penalista se ve obligado a desarrollar ejercicios de Defensa en territorios agrestes, los cuales aguijonean a desfallecer o a tirar la toalla, pero en el campo de batalla adversarial no se puede salir de huida cuando no se dan los ambientes propicios o cuando no se producen los resultados anhelados; por eso la capacidad de adaptación es fundamental, para que pueda jugar su partida con actitud de armonía y lucha espiritual (Martínez)[23].  

   

En borrador de goma, la sugerencia para diseñar planteos del caso y ensamblarlas conforme a una estrategia y tácticas orientadas a la excelencia, radica de entrada, frente a la decisión de asumir o no una Defensa, en hallarse en modo consciente de las fortalezas, de las blanduras cognitivas, en examinar, reconocer, en afirmarse con sinceridad y sin forzamientos acerca de las potencias que se poseen y facultan para desarrollar los ejercicios de Defensa proactivos y reactivos de forma íntegra, sin tropiezos; pero a su vez, radica en aceptar con franqueza y sin dudar de las anemias o debilidades[24] acerca de lo que, para el caso a defender, no es hacedero trabajar y sacar avante, con excelencia.

 

Caminante, procure no olvidar que, cuando una persona ingresa a su territorio de abogado penalista con el propósito de lograr que lo escuche en la consulta profesional a fin de otorgarle poder para que lo asista como defensor; más allá del vínculo de confianza que se construye en la relación: Defensor—Defendido, y más allá del compromiso de honorarios, pactados o no: 


Lo que de principio a fin se pone en juego en el tablero adversarial, es el rey de la presunción de inocencia y el rey de la acusación, quienes esperan la muerte sin anestésicos (Martínez)[25], y también se pone en juego el proyecto de vida de la persona quien de forma serena o afligida busca sus servicios como defensor técnico de confianza.

 

Procure no olvidar que en el camino flagelado de quien busca sus servicios profesionales, no solo se involucra el candidato a imputación, acusación, condena o absolución, sino también el circulo afectivo de su familia y seres queridos quienes, tarde o temprano, lo esperan de regreso a la chimenea del hogar y los abrazos.

 

Por tanto, frente a las potencias que Usted posea para emprender una travesía de Defensa, no con actitud de lo bueno por hacer o intentar realizar sobre la marcha, sino con actitud de excelencia profesional:


Caminante, se hace necesario que se conozca (Tubau)[26], que conozca su ejército probatorio, su equipo de trabajo e investigadores (Tubau)[27], que camine y avance con firmeza, pero ante las debilidades, las carencias cognitivas, o ante las dudas o limitaciones que advierta en los inventarios de su memoria, lo recomendable es que se abstenga de asumir esa Defensa hacia un camino, quizás, fallido, toda vez que, los desaciertos o resbaladas que no logre advertir por falta de visión holística o, los peligros potenciales o inminentes —donde la inteligencia se vuelve más vigilante—(Martínez)[28] que oculte, minimice o disfrace al candidato a defendido, muy seguramente se visibilizarán, a la vuelta de la esquina, a la mitad o final del camino, quizás con resultados fatales.

 

Caminante, así como el fin del ajedrez no es vencer sino maniobrar de tal modo que, en resumen, inevitablemente, se obtenga la victoria (Martínez)[29], recuerde que, los ejercicios de Defensa asumidos con actitud de excelencia no son, de forma exclusiva, los que arriban al jaque mate de los planteos del caso acusatorios, al archivo de las diligencias, a la preclusión de la investigación, ni los que conducen a los laureles de la absolución total o parcial y consiguiente libertad incondicional.

 

Por el contrario, aun en los casos-conductas, en los cuales en la apertura de la partida se avizora un jaque mate pastor de condena con penas altas agravadas o atenuadas, de igual tienen cabida ejercicios de Defensa técnica asumidos con actitud de excelencia, los cuales se definen no por haber movido las fichas que se pudieron mover o que resultaron de casualidad, sino por haber desarrollado la estrategia y tácticas precisas sin haber traicionado la dignidad del arte del cumplimiento de un deber (Martínez)[30]: haber jugado en modo excelencia, por haber tomado decisiones con razonabilidad jurídica, evaluadas a su debido tiempo: las que correspondían asumir en su tiempo oportuno, y frente a las cuales no tenía espacio ninguna otra decisión.

 

Lo anterior, sucede tal cual como ocurre en la partida de ajedrez, “donde no se ganan tiempos, sino que no se pueden perder y, hacer una jugada correcta no es ganar un tiempo: es haber jugado bien, no haber perdido un tiempo. Se pierde un tiempo cuando se permite al contrario reforzar su posición” (Martínez)[31].

 

Caminante, en el tablero adversarial, hable con las torres, con los peones, los caballos y los alfiles de sus acreditaciones probatorias, hable con los precedentes de jurisprudencia de los que hará uso para justificar su planteamiento del caso; hábleles en voz alta y perciba si le sonríen o si le dan codazos; pregúnteles de “qué forma puede sacar el máximo partido de ellos” y, pregúnteles lo que “opinan (Rowson)[32] acerca de si se sienten fuertes llegado el momento de hablar en la práctica de pruebas y, para apoyarlo con suficiencia en modo de argumentaciones jurídicas impactantes en la batalla interesantísima de los alegatos finales del juicio oral, pero, además, pregúnteles si necesitan de otros refuerzos para apuntalar las justificaciones sustancial penales a favor de su defendido.


Esto parece un disparate, lo sé, pero inténtelo. Estas “conversaciones” no tienen por qué suponer parloteo alguno, ni tampoco se trata de que considere a las piezas (a los medios de prueba y precedentes de jurisprudencia) como seres conscientes” o hablantes. En últimas de lo que “se trata” es “de proceder a una utilización orgánica de todas sus fuerzas” (Rowson)[33]

 

Caminante, cuando sienta que su posición en el tablero adversarial se halla estática, frenada, sin salidas o no se halla madura para el avance hacia el logro de resultados significativos a favor de su defendido; piense con visión, emoción, imaginación y pensamiento ajedrecísticos acerca de cómo lo imposible puede convertirse en lo posible y conveniente (Martínez)[34] para la toma de sus decisiones con seguridad y razonabilidades jurídicas.

 

En efecto, aun cuando en el tablero de ajedrez adversarial tempestuoso existan posiciones excepcionales, en las cuales, de entrada, se logra visualizar que, de principio a fin, los planteos del caso acusatorio en las fases de investigación y juzgamiento se proyectarán persistentes en la imputación fáctica, imputaciones probatorias e imputaciones jurídicas, contra el rey de la presunción de inocencia, quien es el alma del ajedrez adversarial:

 

Procure no olvidar, tal como ocurre en el ajedrez, que las posiciones en el tablero adversarial, por lo general, son planteamientos en marcha (Rowson)[35] —no inamovibles—, sino cambiantes o propensos al cambio, de lo cual resulta que las etiquetas estáticas o petrificadas que se le adhieran a las controversias adversariales acusatorias, es preferible pensarlas en modo de planteamientos en movimiento, entendidos como una batalla lógica conceptual y lógica material, donde además de la batalla de valoraciones sustanciales, se involucran la táctica, la estrategia y las acreditaciones probatorias que se logren incorporar al juicio oral y, donde además del escenario de la formulación de la imputación se involucran los movimientos de la audiencia preparatoria, del decreto y práctica de pruebas, los movimientos de interrogatorios y contrainterrogatorios y los movimientos de los alegatos de conclusión en la audiencia del juicio oral.

 

En ese horizonte, en el sistema adversarial, por principio, no tiene cabida aceptar el jaque mate por anticipado contra la presunción de inocencia de su defendido. Por tanto:


"No considera algo imposible sin haberlo examinado a fondo. Nuestra tendencia natural instintiva e intuitiva nos hace descartar de antemano muchas contingencias, considerándolas imposibles. Sin embargo, muchas de ellas no son imposibles si se examinan en detalle o desde otro punto de vista o perspectiva. Muchas veces, la calificación de imposible procede de un error de observación o método, o puede estar causada por nuestros prejuicios[36].

 

Caminante, juegue su propia partida sustancial y probatoria, sin prejuicios; tenga en cuenta que, “cada nueva situación es siempre una nueva situación que debe examinarse teniendo en cuenta la experiencia adquirida y al mismo tiempo, considerando que podría suceder algo diferente” (Tubau)[37], pensando el camino, insístase, acerca de cómo lo imposible puede convertirse en lo posible y conveniente para la toma de sus decisiones con seguridad y razonabilidades jurídicas.

 

Cuando juegue su partida no confíe a ciegas en sus opiniones y mucho menos en las estadísticas de sus triunfos anteriores (Tubau)[38] Por tanto, procure evitar “razonar por analogía, así que tenga cuidado con aquellas ideas que le “gustan” porque puede utilizarlas de forma inadecuada[39].

 

Caminante, juegue la partida con las fichas cognitivas de su siembra y cosechas, de su canasta y artesa de amasar —mas no con fichas de conceptos y valoraciones sustanciales prestadas de consultas o consejos dados, de prisa, por otros a través del WhatsApp—.

 

Juegue su partida con las fichas de las proposiciones fácticas relevantes, con las evidencias pertinentes que las acrediten y satisfagan con razones suficientes la teoría jurídica a la que apuesta tenga acogida por parte de los jueces de conocimiento, jueces de apelación, incluidos los jueces de la casación penal.

 

Caminante, tenga en cuenta esto: juegue su propia partida, por principio, apoyado, siempre, en precedentes de jurisprudencia que afirmen con razones suficientes de Derecho su planteo del caso; juegue su partida con credibilidad, conforme a una estrategia definida donde cada paso táctico de la estructura de peones que avanzan con soltura en la apertura, donde cada clavada de alfiles veloces, cada salto de caballos sin jadeos, cada desplazamiento de la reina combativa y torres legendarias en el juego intermedio de la audiencia preparatoria y, finales del juicio oral, incluidos los finales anticipados del proceso penal, donde cada reacción y decisión acordada, de forma previa, con su defendido, hagan parte de una estrategia claramente diseñada y ensamblada, pues en caso contrario, si tan solo improvisa (Moreno, Rojas)[40] sobre la marcha (Duarte)[41] sin haber ensayado o previsto cualquier situación imaginable (Tubau)[42] o, si tan solo mueve las fichas sin objetivos sustanciales a largo plazo, sus decisiones podrán correr el riesgo de convertirse en exclusivamente reactivas o inmediatistas y, podrá suceder que se vea azarado o confundido (Rowson)[43], jugando al vaivén del juego de su oponente acusatorio —mas no jugando su propia partida— y, termine perdiendo el rumbo acerca de las decisiones a adoptar.

 

Cuando juegue su partida adversarial, recuerde que la teoría del delito, al igual que el Derecho penal son pasión, crisis, deleite, escritura, calvarios, planteos del caso con fases de apertura, juego intermedio, juego de finales, jaque mate, tablas, resurrección y, retorno a la libertad, a su debido tiempo.

 

Pero, también, recuerde, que los planteos del caso acusatorios son un dragón indolente que muerden, destrozan y pulverizan el alma y, cuando muerden demasiado doloroso, concierne hacerles frente mirando hacia atrás, hacia adelante, sin vaselina, sin anestésicos, en medio de las brasas, para que la teoría del delito como el Derecho sustancial penal fluyan con objetividad como fluye el agua en el río en sus rápidos y remansos…

 

Caminante, al jugar su partida, procure no olvidar que la teoría del delito del caso de Defensa no es nota para un examen final de semestre, examen preparatorio, no es granizo de palabras, ni concurso de oratoria, menos, certamen de exhibicionismo ante la justicia mediática, ni, tampoco, marihuana jurídica.

 

Cuando se ponga a estudiar teoría del delito y los precedentes de la jurisprudencia, fíjese en los detalles, anótelos en su blog, guárdelos en su computador portátil y, si bucea a profundidad en la teoría del delito y precedentes que utilizara para apoyar sus planteamientos del caso, podrá advertir, por ejemplo, que en los detalles se hallan las diferencias entre la coautoría y el concierto para delinquir con el fin de cometer delitos indeterminados; que en los detalles se encuentran los aspectos esenciales que configuran la coautoría; que en los detalles constitutivos del dominio del injusto se hallan los aspectos que caracterizan al autor material, y que si no se configuran no es dable imputarlo ni acusarlo como autor ni como coautor.

 

A su vez, cuando se ponga a estudiar Derecho penal adjetivo, si bucea en la estructura de las normas que describen las conductas injustas o las causales excluyentes de responsabilidad, y si lee despacio esas normas, pero por sobre todo si las lee despacio bien despacito, en voz alta, con voz cadenciosa como si estuviera declamando un poema de Antonio Machado, podrá advertir que en los detalles descriptivos es donde se hallan los elementos constitutivos de los tipos de injusto, los que al no concurrir en la conducta de su defendido conducen a valorar la ausencia de adecuación de la conducta al tipo objetivo que se le pretende atribuir o, que se le atribuyó en la formulación de imputación o acusación a su defendido.

 

Por eso, cuando interrogue a un testigo, en el directo, o  contrainterrogue a uno de la contraparte, además, de preguntarle por los temas específicos objetos de prueba directos o indirectos por los que fueron citados a declarar, pregúntele por los detalles que afirmen su planteo del caso y por los que apunten a negar, neutralizar, desequilibrar, poner en duda o dar jaque mate el planteo del caso acusatorio, porque es de las preguntas y respuestas que afirmen o nieguen el planteo del caso que usted utiliza y, de las preguntas y respuestas que nieguen, neutralicen, pongan en duda o amenacen jaque mate a los planteos del caso acusatorio, de donde brotan las Defensas concebidas con una táctica y estrategia, puestas, como en el ajedrez, con la mirada en el jaque mate del adversario.

 

En el tablero adversarial recuerde, siempre, que los planteos del caso traducen en un microcosmos de relatos de vida, con páginas escritas por el o los protagonistas, los cuales se transmutan en imputaciones o acusaciones, cuyos hechos no necesitará probarlos, pero si necesitará justificar con suficiencia las afirmaciones sobre aquellos, traducidas en proposiciones fácticas relevantes a través de acreditaciones probatorias que apunten al puerto de la teoría jurídica a la que pretende arribar, a favor de su defendido.

 

Caminante, procure no olvidar, que (salvo los hechos estipulados) todas las afirmaciones y refutaciones que diga en los escenarios adversariales necesitan de acreditaciones probatorias pertinentes (Jauchen)[44], de evidencias que justifiquen las exigencias de los elementos legales atinentes a los aspectos sustanciales materia de exculpaciones (Jauchen)[45]; por eso, evite —al máximo— ponerse en modo libero de simples enunciados, de meras suposiciones o conjeturas, porque si lo hace, podrá decir de todo, construyendo una casa en el aire donde solo habite su discurso, pero no habrá acreditado ni justificado nada.

 

En ese horizonte, cada vez que ingrese a un salón de audiencias, procure no perder de vista que en el tablero de ajedrez adversarial tiene cabida la memoria, donde no es dable olvidar el camino andado.

 

Por tanto, cuando dialogue con el candidato a defendido, póngale de presente, siempre, que recuerde el camino que hubiera pisado con sus zapatos nuevos, remendados o resbalosos, toda vez que, los planteamientos del caso acusatorios se ocupan de enrostrar los caminos andados en contravía, y los planteamientos del caso de la Defensa se ocupan de las pisadas de los caminos trillados.

 

Caminante, en igual sentido, en las pláticas con el candidato a defendido, póngale, siempre, de presente (Reyes, Marrero)[46], que cuando el camino ha sido turbio o enredado se hace necesario defenderse de lo defendible de forma objetiva y transparente, sin resbalarse hacia travesuras que fracturen la ética, pero, también, hágalo caer en cuenta que cuando los caminos se hallan cerrados o se avizora lo indefendible (Kasparov)[47] con proyecciones hacia un jaque mate pastor ineludible, por igual, se hace necesario ponerle el pecho a la tempestad con sus rayos y truenos, asumiendo el camino de la Defensa y, adoptando decisiones jurídicas a buen tiempo[48].


germanpabongomez

Bogotá, mayo de 2023

Cómo la Teoría del Caso imita al Ajedrez

Segunda Edición, Editorial Gustavo Ibáñez, pp. 184 a 200

 



[1] Garry KasparovCómo la vida imita al ajedrez. Madrid: Editorial Debate. 2007, pp. 45, 47 y 48.

[2] “La partida de ajedrez es también un sistema coordinado de ideas mediante el cual dos hombres pueden ponerse en contacto, compenetrarse, formando una unidad convergente a un fin, a través de todas las peripecias del desarrollo del raciocinio, acompañándose, acercándose y retirándose según es común en todo lenguaje. Pueden entenderse. Cada movimiento es la expresión de una idea que el contrario capta a veces en su más recóndito significado” Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 165.

[3] Jonathan Rowson, Los siete pecados…, Editorial La casa del ajedrez, Madrid, 2010, pág. 12.

[4] “La ventaja se puede determinar como única grande e indivisible o como un conjunto de pequeñas. El objetivo de quien lleva la lucha de posiciones es acumular sistemática y regularmente ventajas, por más insignificantes que sean, y procurar convertir las variables en constantes; en caso opuesto, puede correr el riesgo de perderlas”. Alexander Kotov, Juegue como un Gran Maestro, Madrid: Fundamentos. 1999, p. 31.

[5] “El litigante defensor trabajará… abordará el caso en cuestión, fundamentalmente, al utilizar la misma pauta de trabajo a la que recurrirá el fiscal. El defensor confeccionará la teoría del caso, analizará y tratará de prever como el fiscal presentará el caso ante el tribunal, para luego concentrarse en establecer y determinar cuáles son las debilidades que presenta ese esquema, pues serán precisamente esos puntos lo que la defensa explotará en juicio, sea a través de argumentaciones, objeciones, contra examen o por medio de evidencia propia presentada al efecto”. “Al decir de Traversi la defensa se limitará a negar los cargos, confutando la credibilidad de las pruebas de cargo o la coherencia lógica del teorema acusatorio. Esencialmente esta estrategia tiende a demostrar o que las pruebas presentadas por la acusación en conjunto no son suficientes para convalidar la hipótesis acusatoria, o que las pruebas acusatorias no tienen valor de prueba, sino de simples indicios porque son susceptibles de múltiples interpretaciones, o, por último, que los datos probatorios son contradictorios entre ellos”. Moreno Holman, ob. cit., pp. 57 y 58.

[6] “No luches contra tu adversario. Cuando te opones de manera sistemática a todo lo que hace tu adversario acabas por convertirte en su víctima. Incluso tus victorias se convierten en derrotas, porque estas reaccionando como un mecanismo previsible y acrítico, haciendo todo lo contrario de lo que hace el”. Daniel Tubau, El arte del engaño, Los grandes libros de la estrategia china. Bogotá: Editorial Ariel. 2018, p. 538.

[7] “La ventaja puede consistir en una grande e indivisible o en un conjunto de pequeñas. El bando predominante en la lucha de posiciones debe acumular pequeñas ventajas y transformar las variables en constantes”. Alexander Kotov, Juegue como un Gran Maestro, ob. cit., p. 34.

[8] “(…) la defensa no solamente debe ser reactivo, sino proactivo. ¿A qué nos referimos? Un pensamiento reactivo es aquel que gira en torno a reaccionar frente a la acción de alguien. Si el Ministerio Público solicita, como medida cautelar, la prisión preventiva, entonces la defensa argumentará las razones del por qué el Juez no debe imponer semejante medida cautelar”

“La defensa reactiva es aquella cuya actividad se reduce solamente a refutar los argumentos del Ministerio Publico, sin mayores aportes que el solo hecho de negar el sentido que dota autoridad ministerial a los datos de prueba” Hesbert Benavente Chorres, ob. cit., p.84.

[9] “Un buen litigante debe proyectar credibilidad. En todas sus intervenciones el litigante debe comportarse y proyectar con sus acciones, argumentos y comportamiento verbal y no verbal, credibilidad ante sus contradictores y en especial ante el tribunal” (…) “Comportamientos inapropiados o reñidos con la ética pueden desmoronar en un segundo esa credibilidad construida en años, e impactar negativamente en los futuros desempeños del litigante ante sus pares o juzgadores”. Rafael Blanco Suárez, Mauricio Decap Fernández, Leonardo Moreno Holman, Hugo Rojas Corral, Litigación Penal Estratégica, ob. cit., p. 45.

[10] “Desde mi punto de vista, y siguiendo las ideas de Sun Tzu, el planteamiento y el diseño de un caso debe seguir los siguientes principios: “Conócete a ti mismo: conoce las fortalezas y debilidades tanto de tu caso como de ti mismo. Es vital para un abogado conocer cuáles son los puntos fuertes y débiles de las hipótesis que maneja, a efectos de que pueda concentrar toda su argumentación en los puntos fuertes y reducir al mínimo los puntos débiles de su caso y prever las posibles respuestas que dará ante los ataques que pueda recibir sobre ese flanco. Asimismo, el abogado debe conocer los intereses de su cliente; hasta donde está dispuesto a llegar en el caso y cuáles son los riesgos que aceptaría. En otras palabras, el abogado debe conocer a profundidad los intereses de su cliente, dado que, en última instancia, es este último quien tomará las decisiones trascendentales del caso”.  César Higa Silva, Litigación, Argumentación, ob. cit., p. 22.

[11] “Estas son preguntas pertinentes, de las que conozco una respuesta certera. De algún modo, tenemos que saber que el ajedrez puede ser un juego muy competitivo, y que, si queremos mejorar nuestros resultados, tenemos que jugar con alguna relación constructiva acerca del previsible desenlace, sin dejar que este domine nuestro pensamiento. Así creo que lo ideal es que busquemos un estado mental que nos permita solo jugar, pero que contenga implícita la premisa (por sutil o inconsciente que sea) de que estamos jugando en función de un resultado”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit., pp. 101 y 102.

[12] “A menudo se cree que cuanto más fuerte es su juego, más claro es su pensamiento, pero personalmente no veo justificación alguna para tal opinión. Más cerca de la verdad, parece ser “cuanto más fuerte juegues, más completo es tu pensamiento”, donde completitud puede ser una medida de diversidad, lo que es apropiado, de profundidad y de precisión”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales…, ob. cit. p. 54.

[13]Daniel Coleman, en Inteligencia Emocional, la describe así: “La corriente es un estado de auto abandono, lo opuesto a rumiar y preocuparse: en lugar de perderse en preocupaciones nerviosas, la gente que se deja llevar por la corriente está tan absorbida por la tarea que acomete que pierde toda conciencia de sí misma. En este sentido los momentos en que el individuo se abandona a la corriente carecen de ego. Paradójicamente, quienes se dejan llevar por la corriente exhiben un magistral control sobre lo que están haciendo, sus respuestas están perfectamente sintonizadas con demandas cambiantes en la tarea. Y aunque suelen obtener el máximo rendimiento cuando se abandonan a la corriente, no están preocupadas por cómo lo están haciendo, ni por pensamientos de éxito o fracaso: es el puro placer de del acto en sí lo que los motiva”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit. p. 102.

[14] “La refutación es un elemento de gran importancia para el abogado ya que es el momento oportuno para mostrar a través de la argumentación que no logró probar la contraparte y, por el contrario, que logre como parte probar y comprender a través de las evidencias o hallazgos desarrollados en el juicio. La refutación adorna el discurso de convicción, teniendo en cuenta que da motivos para que el organismo decisor analice lo sucedido y a través del análisis y la refutación concluya mostrando las falencias de la contraparte”. Liseth Carolina Chillón Puentes, Técnicas de comunicación oral efectiva en el sistema penal acusatorio. Bogotá: Ediciones Jurídicas Andrés Morales. 2013. p. 145.

[15] “Recuerda que tu enemigo puede ser tan buen estratega como tú. No subestimes a tu enemigo. Todos los grandes estrategas pueden encontrarse con uno que los supera. Una buena práctica es ponerte en el lugar de tu enemigo, imaginar que él conoce todas tus intenciones y que sabe todo lo que vas a hacer, y entonces pensar cómo podría vencerte. Recuerda el teorema minimax, y piensa siempre en la mejor respuesta posible de tu adversario”. Daniel Tubau, ob. cit., p. 540.

[16] “El buen litigante conoce, en la medida de lo posible, al tribunal. Para un litigante constituye un imperativo el tratar de conocer la mayor información posible sobre el juez unipersonal que conocerá de los debates preliminares o de los miembros del tribunal colegiado que conocerán del juicio oral, pues como ya hemos advertido, el abogado es un narrador persuasivo de su caso y la capacidad de que su mensaje sea entendido por el juzgador depende en parte de su capacidad comunicativa”. Rafael Blanco Suárez, Mauricio Decap Fernández, Leonardo Moreno Holman, Hugo Rojas Corral, Litigación Penal Estratégica, ob. cit., p. 50.

[17] Conoce a tu contraparte: conoce las fortalezas y debilidades de tu contraparte como de su caso. Al igual que en el punto anterior, el abogado debe conocer cuáles son los puntos fuertes y débiles de la teoría que podrá plantear su contraparte, cuáles son las posibles respuestas que podrá emplear para atacar dicha teoría, hasta donde estaría dispuesto a llegar su contraparte y que riesgos podría asumir en la disputa del caso. También debe conocer, hasta donde sea posible, los intereses y la psicología de su contraparte, dado que ello le permitirá anticipar sus movidas, los riesgos que ella estaría dispuesta a asumir, y dependiendo de ello, explorar las diversas posibles soluciones a su caso: una negociación, conciliación, un juicio”. César Higa Silva, Litigación, Argumentación, y Teoría del Caso, ob. cit., p. 23.

[18] Corte Suprema, Sala Penal, sentencia del 1º de octubre de 2019, Rad. 52394. Alcance e importancia de la impugnabilidad de credibilidad de testigos de cargo y descargo.

[19] “El buen litigante sabe tomar notas y registrar toda la información relacionada con el caso. Es importante que el abogado aprenda a tomar permanentemente notas de las actividades que realiza y que no se confíe más allá de lo razonable de su capacidad memorística. Particular importancia tienen estas notas durante la etapa investigativa, al indagar sobre la existencia de posibles declarantes y sus dichos. Los apuntes de los debates relevantes en las audiencias preliminares, como la ilegalidad de una detención o sobre medidas cautelares o exclusión probatoria, pueden ser útiles al momento de intervenir, precisando o complementando los datos, refiriéndose a asuntos resueltos previamente o haciéndose cargo de las argumentaciones o planteamientos de la parte contraria”. Rafael Blanco Suárez, Mauricio Decap Fernández, Leonardo Moreno Holman, Hugo Rojas Corral, Litigación Penal Estratégica, ob. cit., p. 51 y 252.

[20] “El proceso de composición de un plan es artístico, y así requiere imaginación inventiva, pero es parte orgánica del enjuiciamiento de la posición, y, por ende, resultado del mismo. Uno de los problemas del citado enjuiciamiento consiste en determinar los puntos débiles, tanto del campo adversario como del propio, por lo cual todo plan debe guardar relación con los puntos antedichos. Sobre este particular, el inigualable maestro en la confección de planes Manuel Lasker comenta: “Todo plan de juego debe basarse en el enjuiciamiento de la posición”. Alexander Kotov, Juegue como un gran Maestro. Ob. cit., p.146.

[21] “Valorar correctamente la posición, mediante un examen cuidadoso de todos los factores de la misma, y señalar los objetivos pertinentes es sin duda uno de los principales componentes del juego planeado. Pero no es menos importante seguir exactamente el camino señalado sin desorientarse ni cometer errores. Pues, el contrincante adivina (sic) de alguna manera las intenciones que lleva uno y los movimientos que hará y, desde luego piensa aprovechar la primera ocasión que se le presente para desviarlo de su plan de juego y seguir procedimientos no previstos en ese plan, con el objeto de sacar ventajas considerables”. Alexander Kotov, Juegue como un gran Maestro. Madrid: Editorial Fundamentos, 5ª edición. 1999, p. 89.

[22] “Como cualquier explorador, primero debemos planificar la ruta. Luego organizar nuestros recursos, darles el rumbo adecuado, decidir lo que necesitamos y despojarnos de todo lo superfluo. Una vez en camino, hemos de seguir nuestra táctica con ojo avizor, sin retroceder frente al conflicto, a menos que estemos seguros de que es lo que más nos conviene. No debemos permitir que la alerta frente a los peligros y las oportunidades nos distraiga de nuestra ruta. Debemos ser conscientes de cualquier cambio de escenario, aprovechando esos cambios como factores positivos, y sacar provecho de las nuevas condiciones”. Garry Kasparov, ob. cit., p. 336.

[23] “El ajedrez es, pues, la imagen de esa lucha espiritual, de ideas, en una forma reducida pero brava del espíritu, con los mismos derechos que cualquier otra obra que reproduce cualquier otro aspecto de la lucha del hombre contra el hombre, contra la naturaleza, contra sus pasiones, y que es la forma común y, -digámoslo de una vez-grosera del arte”. Ezequiel Martínez, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 214.

[24] “Concentrarnos en nuestros propios pecados es, desde luego, difícil, igual que es doloroso examinar nuestros defectos y errores. A nadie le gusta revivir complicados reveses, pero a la larga entenderemos que analizarlos es esencial”. Garry Kasparov, ob. cit., p. 241.

[25] “Toda la evolución de la partida, todo el tiempo que ella necesita es para la muerte del rey. La partida vive nada más que para lograr esa muerte y, si el tiempo es la vida, tanto el que gana como el que pierde, muerte una vez que está terminada. La partida podrá significar derrota o triunfo para los hombres que la juegan, para la historia que la conserva, pero no para la partida misma. Vencer es también morir, es concluir la partida”. Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 82.

[26]Conócete a ti mismo y a tu adversario, las fortalezas y las debilidades. “Es uno de los consejos más célebres del Maestro Sun, que como es obvio recuerda al consejo que suele atribuirse a Sócrates pero que estaba inscrito en el templo de Apolo en Delfos, y que también se atribuye a la sacerdotisa Femonoe, supuesta hija del propio dios. La tarea de conocerse a sí mismo pasa por un continuo examen introspectivo, pero también por una observación cuidadosa de lo que hacemos, que conviene registrar de alguna manera para no dejarnos engañar por los diferentes sesgos psicológicos. Esta observación meticulosa y desapasionada debe aplicarse también a los demás y a los adversarios en caso de enfrentamiento”. Daniel Tubau, ob. cit., p. 525.

[27] “Por eso, debemos entender la frase de Sunzi: “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo, y no serás vencido en cien batallas en un sentido amplio. No se refiere tan solo al clásico “Conócete a ti mismo”, sino que también significa: conoce a tu ejército, a tus oficiales, observa, dirige, organiza y prepara tus fuerzas, descubre sus debilidades y sus virtudes, asegúrate de que cuentas con suficientes recursos para mantener a una tropa numerosa en un territorio distante y de que el pueblo apoye a su soberano y esté dispuesto a participar en sus guerras (…). Daniel Tubau, El arte del engaño, ob. cit., p. 103.

[28] “El peligro, pues, hace que la inteligencia se vuelva más despierta, mas vigilante, y esto es también una ley universal”. Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 82.

[29] “El fin del ajedrez no es vencer, sino maniobrar de tal modo que, en resumen, inevitablemente se obtenga la vitoria (…) lo que interesa no es pues la victoria, sino el procedimiento, aun cuando la vitoria sea la prueba evidente de lo mejor sancionando al tiempo de lo óptimo”. Ezequiel Martínez, Filosofía del ajedrez, ob. cit., pp. 211 y 212.

[30] “Tiene una responsabilidad, el ajedrecista, no puede traicionar la dignidad de su arte, y el éxito significa, siempre, el cumplimiento de su deber: haber jugado bien. Por eso no es ganar lo que interesa al ajedrecista, sino haber cumplido con un deber”. Ezequiel Martínez, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 194.

[31] Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 77.

[32] “No tengo una respuesta fácil, pero mi primera sugerencia es que se tome en serio la idea de “hablar con sus piezas”. Cuando les hable a sus piezas, trae a la superficie inconscientes juicios de valor en cuanto a sus pensamientos, y les permite a sus piezas “”decirle” lo que “opinan acerca de cómo actuar o proceder en la partida” (…) “Si juegas una apertura muy aguda y luego te encuentras en una posición estratégicamente difícil, donde el ritmo ya no es lo más importante, entonces es buena idea cambiar de marcha, preguntándole a tus piezas adónde les gustaría ir” (…) “El concepto de hablarles a las propias piezas puede estirarse infinitamente, pero yo suelo utilizarlo para “descomputarizar mis pensamientos y producir un ajedrez más animado”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit., p.43 y 45.

[33] Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit., págs. 27 y 28.

[34] “La imaginación preside al cálculo. No se calcula en virtud de una posición dada, sino en virtud de las posiciones posibles. Hay que imaginar posiciones posibles y calcular si son convenientes, o se va calculando sobre posiciones convenientes hasta llegar a una posible”. Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 268.

[35] “Una posición en ajedrez casi siempre es un acontecimiento en marcha. No sin motivo, nos referimos a la exhibición de partidas hermosas como “poesía en movimiento”. La posición, y nuestra relación con ella, siempre es cambiante, y siempre es, en esencia, impredecible. Ciertamente, como he dicho, el rasgo característico de una posición de ajedrez es su propensión al cambio. Las etiquetas estáticas que se le adhieran están, por tanto, inevitablemente condenadas a desprenderse. Hay una fuerza transformadora que penetra el alma de la partida, y no hay una buena razón para pensar que esta fuerza es ambivalente, coherente o predecible”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit. p. 91.

[36] Piensa en cómo lo imposible podría convertirse en posible, Daniel Tubau, ob. cit., p. 537.

[37] “No te dejes llevar por los prejuicios y las ideas aprendidas. Los prejuicios nos impiden ver lo que tenemos delante tal cual es. Es cierto que muchos prejuicios nacen de la experiencia, pero cada nueva situación es siempre una nueva situación, que debe examinarse teniendo en cuenta la experiencia adquirida y al mismo tiempo, considerando que podría suceder algo diferente. Hay muchos tipos de prejuicios o sesgos que nos influyen. Francis Bacon, por poner un ejemplo, distinguió entre cuatro clases de prejuicios o ídolos: los ídolos de la tribu, los del teatro, los del foro y lo de la caverna”. Daniel Tubau, ob. cit., p. 532.

[38] “No confíes a ciegas en tus propias opiniones y mucho menos en tus propias estadísticas. Existen muchísimos sesgos psicológicos de los que no somos conscientes y que estropean la observación más atenta. Por ejemplo, está demostrado que creamos recuerdos falsos, por lo que incluso el convencimiento absoluto de que algo lo hemos visto o vivido puede no ser cierto. La estadística es sin duda uno de los instrumentos más increíbles creados por la humanidad, pero hay que saber aplicarla bien”. Daniel Tubau, ob. cit., p. 530.

[39] “Hay un apoyo para esta advertencia en la psicología de Gestalt, que sugiere que la experiencia pasada no siempre nos ayuda a resolver problemas y que incluso puede ser contraproducente. Luchins (en 1942) dijo: “el hábito crea un estado mental mecanizado, una actitud ciega hacia los problemas. No se examina el problema por sus propias características, sino que es empujado por la aplicación mecánica de un método ya utilizado”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit., pp. 50 y 51.

[40] “En ocasiones es posible observar en el foro a abogados que desechan la preparación y planificación del caso, confiando en sus sólidos conocimientos jurídicos procesales o sustantivos, e su capacidad de improvisación o en su vago e incompleto conocimiento del aso, descuidando el carácter contradictorio y complejo que tiene su presentación ante un tribunal que lo resolverá en audiencias orales. La teoría del caso nos indica en general que los escenarios judiciales no son un espacio para improvisar, ni en el juicio oral una oportunidad para investigar la existencia de información favorable para nuestro caso. Ambas actitudes más bien lo que hacen es incrementar la posibilidad de perder el juicio”. Rafael Blanco S., Mauricio Decap F., Leonardo Moreno H., Hugo Rojas C., Litigación penal estratégica en juicios orales, Tirant lo Blanch, Valencia, 2021, p. 24 y 25.

[41] “El juicio oral es vertiginoso y no reserva ninguna piedad para los abogados que no sepan exactamente qué deben hacer en el momento oportuno. Confiar y aferrarse a la intuición y al talento es un error que por lo general acaba en una sentencia desfavorable para el abogado que confió que podría improvisar sobre la marcha”. Pedro J. Duarte Canaán, El arte de la litigación penal oral, ob. cit., p. 26.

[42] “Siempre ocurre lo inesperado: prepárate para lo imprevisible. No improvises la improvisación. En muchas ocasiones tendrás que improvisar ante una nueva situación, pero las mejores situaciones surgen cuando hemos ensayado o previsto cualquier situación imaginable. Nuestra obligación es prepararnos para todo aquello que no se puede prever. Lo imprevisible es, por definición, todo aquello que no se puede prever, pero si es posible tener en consideración factores que parecen alejados de la situación actual. Un modo de hacerlo es recordar experiencias pasadas, otro revisar situaciones estratégicas históricas”. Daniel Tubau, ob. cit., p. 528.

[43] “La principal dificultad al pensar es la confusión. Tratamos de conseguir demasiadas cosas de inmediato. Emociones, información, lógica, esperanzas y creatividad se agolpan dentro de nosotros. Es como hacer malabarismos con demasiadas pelotas” Edward Bono, citado por Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit. p. 51; “la confusión es originada por la no existencia de una respuesta concreta a los interrogantes de la posición”. Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit. p. 52.

[44] “Por ello, una correcta estructuración del planteo del caso solo se cierra, cuando planteamos afirmaciones de hecho que cubran, cada uno de ellos, la adecuación a todos los elementos típicos requeridos por la norma penal. En consecuencia, habrá de seleccionarse con eficacia qué afirmaciones de hechos concretos satisfacen adecuadamente cada elemento típico exigido por la norma que nos favorece. Pero para afirmar un hecho o circunstancias determinada con tales propósitos, previamente debemos saber con qué evidencia acreditaremos ese hecho como facto. En otros términos, para elaborar el planteo del caso debemos revisar con qué pruebas contamos para acreditar y poder afirmar ciertos hechos que luego puedan satisfacer su adecuación al tipo penal que pretendemos invocar a favor del cliente”. Eduardo Jauchen, Estrategias de litigación penal oral, Rubinzal—Culzoni Editores, Buenos Aires, 2014, p. 292. 293.

[45] “El abogado habrá de revisar si cuenta con evidencias probatorias que acrediten esas afirmaciones de hecho. Y solo si verifica la existencia de elementos para demostrar la existencia de las mismas puede formularlas en su planteo como postulado parcial del mismo” (…) Cada tipo penal está compuesto de varios y diferentes elementos típicos que el legislador ha consagrado como exigencias para que el mismo sea aplicable. El abogado deberá entonces seleccionar, de la totalidad de la plataforma fáctica que conforma el suceso de juzgamiento, qué fragmentos del mismo representan situaciones de hecho que demuestren el cumplimiento de las exigencias de cada uno de los elementos legales”. Eduardo Jauchen, Estrategias de litigación penal oral, Rubinzal—Culzoni Editores, Buenos Aires, 2014, p.303.

[46] “La confección de esta debe contar con la aprobación del cliente, quien en principio puede no estar de acuerdo con la forma en que el abogado quiera presentar los hechos, describir la conducta o exponer los motivos que la guiaron; si en el curso del proceso el cliente se aparta de la teoría, bien sea en desarrollo de un interrogatorio o en declaraciones a los medios de comunicación, el caso puede derrumbarse (Miller). Por esto resulta preferible explicarle al cliente las razones por las cuales se recomienda optar por una teoría del caso y no por otra, e intentar persuadirlo de que la acepte; si eso no se consigue, es preferible introducir modificaciones o ajustes a la misma de tal manera que el cliente se sienta cómoda con ella (Miller)”. Danny Marrero y Yesid Reyes Alvarado, ¿Cómo y para qué se elabora una teoría del caso?, ob. cit. p. 16.

[47] “El mismo Lasker decía que la posición nunca es tan mala como para no poder defenderse. No en balde dice el adagio ajedrecístico: <Nunca es tarde para rendirse>. La práctica muestra que por más desastrosa que sea la posición, siempre habrá posibilidad de enconada resistencia. La tarea consiste en hallar esa posibilidad”. Garry Kasparov, 24 Lecciones de Ajedrez, Editorial Hispano—Europea. Madrid, 2015, p. 92.

[48] “Es lo que llamamos una situación límite, cuando cualquier desliz puede ser fatal. La clave consiste en darse cuenta de la posición en la que nos encontramos, antes de seleccionar las opciones. ¿Con cuánto tiempo de análisis contamos? ¿Hasta qué punto es precaria la situación? ¿Estamos en un <todo o nada>, <correcto o erróneo>, o podemos escoger entre varias alternativas en función de nuestro estilo? Es cierto que a veces no conocemos la respuesta a esas preguntas antes de ir un poco más allá, pero normalmente nuestra intuición nos lo dirá, sino tomamos la molestia de preguntárselo”. Garry Kasparov, Cómo la vida imita al ajedrez, ob. cit., p. 211.

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