Cuando la Teoría del Caso imita al Ajedrez: Juega tu propia partida
El Maestro Garry Kasparov, al respecto escribe:
“Dos ajedrecistas potentes pueden
tener estrategias muy distintas en la misma posición que pueden resultar
igualmente eficaces; aparte de aquellas posiciones en las que existe una única
y obligada táctica ganadora”.
“Cada jugador tiene su propio
estilo, su propia manera de resolver los problemas y tomar decisiones. Una
clave para desarrollar estrategias de éxito es ser consciente de las propias
fuerzas y debilidades, saber lo que uno hace bien” (…)
“Mi estilo de juego agresivo y
dinámico va acorde con mi fuerza y mi personalidad. Incluso cuando me veo
obligado a defender, busco constantemente una oportunidad para conseguir una
ventaja y contraatacar”.
“Y cuando paso a la ofensiva, no
me contento con victorias modestas. Prefiero el ajedrez enérgico y duro, donde
las piezas vuelen sobre el tablero y donde pierde el jugador que comete el
primer error”.
“Otros jugadores, incluido el
hombre a quien derroté en el campeonato del mundo, Anatoli Karpov, son especialistas en acumular pequeñas
ventajas. Arriesgan poco y se conforman con mejorar lentamente su posición
hasta quebrar al adversario. Pero todas esas estrategias —defensivas,
dinámica, de maniobra— pueden ser muy eficaces en manos de alguien que las
entienda bien”[1].
Así, como sucede en la partida de
ajedrez que es un sistema coordinado de ideas convergentes a través de todas
las peripecias del desarrollo del raciocinio (Martínez)[2], que no
se juega sola, pero donde Usted si lo hace y, la “forma que usted le concede
a la posición de ajedrez es una manifestación externa de lo que se encuentra en
su interior” (Rowson)[3], así,
también, sucede en el tablero adversarial, temible.
En ese horizonte, los penalistas
conocedores a fondo del tablero procesal y fundamentos de la teoría del delito,
frente a un caso-conducta por defender en la fase de apertura, fase intermedia
y fase final del juicio oral, desde sus miradas valorativas sustanciales
penales, pueden diseñar estrategias y tácticas distintas, las cuales pueden
resultar igualmente eficaces.
Pero a su vez, puede ocurrir que tratándose
de la teoría del delito aplicable a la conducta objeto de prueba y
justificación, donde el relato de conductas jurídicamente relevantes solo tiene
finales cerrados de condena gravosa o condena degradada, inevitables, tan solo
exista una única y obligada táctica de Defensa a desarrollar, frente a la cual
se hace necesario adoptar decisiones con serenidad y razonabilidad jurídica,
como puede ser la decisión de allanarse a cargos o firmar un preacuerdo.
Los modos de proceder, y mediante
las cuales se asume la Defensa técnica en los tableros acusatorios son
variables: algunos defensores son fríos y diplomáticos ante los adversarios;
otros buscan de forma constante advertir una oportunidad de error de estructura
o garantía sustancial o error de valoración sustancial cometido por el adversario
para conseguir una ventaja y contratacar, pues no se conforman con victorias
modestas (Kotov)[4]; otros
prefieren la Defensa reactiva (Moreno)[5], sistemática
(Tubau)[6], y
aprovechan hasta el mínimo error cometido por el Fiscal, el agente del
Ministerio Publico o el representante de la víctima, para atacarlos y poner de
presente sus errores o desaciertos.
Otros defensores son
especialistas en acumular pequeñas ventajas (Kotov)[7], y se
conforman con mejorar poco a poco su posición de Defensa, hasta lograr el
cometido estratégico y sustancial por el cual apostaron desde la apertura en el
escenario de las controversias pertinentes para oponerse al decreto e
imposición de medida de aseguramiento.
En los ejercicios de Defensa
técnica, no existe una única estrategia ni únicas tácticas sobresalientes. Por
el contrario, todas las estrategias y tácticas proactivas y reactivas (Benavente)[8] pueden
resultar eficaces en manos de quien las entienda y utilice con aciertos. Por
tanto, en ese horizonte de indistintas estrategias y tácticas de Defensa,
reactivas como proactivas:
Caminante, juegue su propia
partida con credibilidad (Moreno)[9] conforme
a su estilo y las fortalezas (Higa)[10] que le
brinden las proposiciones fácticas, las acreditaciones probatorias pertinentes
y la teoría del delito aplicable a su planteo del caso, pero antes de jugar su
partida adversarial, de forma previa, pregúntese, sea objetivo y, en absoluto sincero
en ponerle de presente a su defendido acerca de ¿cuál resultado sustancial
penal estará jugando? o a ¿cuántos resultados sustancial penales estará
jugando? (Rowson)[11].
Caminante, juegue su propia partida,
juéguela fuerte[12], déjese llevar por la
corriente (Rowson)[13] acorde con
su personalidad, con su capacidad de adaptación a las circunstancias que se
presenten, toda vez que no siempre se pueden escoger ni mover las mismas fichas
probatorias y valoraciones sustancial penales; no siempre se pueden escoger idénticas
aperturas, idénticos movimientos intermedios, similares alegatos de apertura y argumentos
finales de conclusión, toda vez que los campos de batalla adversariales son
variados y diferentes.
En el tablero adversarial azaroso,
usted debe confiar en su capacidad de análisis, en el valor de sus convicciones,
donde lo aconsejable radica en hallarse atento, de forma constante, a las
condiciones que generan errores de estructura o de garantías sustanciales, a las
condiciones sustanciales de refutación (Chillón)[14], y oportunidades
propicias para el triunfo de la estrategia diseñada.
Al jugar su partida, procure recordar,
siempre, que su adversario puede ser tan buen estratega como Usted o, incluso más
sobresaliente que Usted (Tubau)[15]; conozca
al juez, a los integrantes del tribunal[16]; conozca
la contraparte (Higa)[17] sus
fortalezas y debilidades, los puntos fuertes y débiles del planteo del caso
acusatorio; cuestione y evalúe con rigor tanto los resultados favorables como
los desfavorables, y las decisiones por adoptar.
Caminante, en el desarrollo de su
partida adversarial, pregúntese siempre, acerca del ¿por qué? de sus
movimientos de Defensa, antes y después de las audiencias de formulación de imputación,
imposición de medida de aseguramiento, formulación de acusación, descubrimiento
probatorio, solicitud pertinente de decreto y práctica de pruebas y, aún
después de proferida la sentencia condenatoria o absolutoria. A su vez, pregúntese,
antes, acerca del ¿por qué? de sus movimientos en los interrogatorios,
contrainterrogatorios, en la impugnación de credibilidad de testigos (52394)[18], en sus
alegatos de apertura y de conclusión.
Vigile, al detalle, el movimiento
de sus fichas probatorias en modo de argumentación jurídica impactante; vigile
el movimiento de las fichas probatorias y argumentos del Fiscal, agente del
Ministerio público y representante de la víctima; tome, de forma permanente, notas
(Decap, Moreno)[19] del
embate, de los flancos fuertes y débiles, de las marañas, desaciertos y
contradicciones —no accesorias—, sino esenciales, principales, de los testigos
de cargo, de los aciertos o desaciertos argumentativos suyos[20] y de quienes
se hallan sentados frente a Usted en el tablero de ajedrez acusatorio.
Camine sin desviarse de la estrategia
diseñada ni de la táctica ensamblada; tome decisiones sin desorientarse[21] de las
proposiciones fácticas relevantes, de las evidencias mediante las cuales se
acreditan aquellas, y camine sin alejarse de los aspectos del planteo del caso
elegidos, toda vez que, las desviaciones o distracciones (Kasparov)[22] pueden generar
inestabilidad y conducirlo a cometer errores.
En ocasiones, el abogado
penalista se ve obligado a desarrollar ejercicios de Defensa en territorios agrestes,
los cuales aguijonean a desfallecer o a tirar la toalla, pero en el campo de
batalla adversarial no se puede salir de huida cuando no se dan los ambientes
propicios o cuando no se producen los resultados anhelados; por eso la capacidad
de adaptación es fundamental, para que pueda jugar su partida con actitud de armonía
y lucha espiritual (Martínez)[23].
En borrador de goma, la sugerencia
para diseñar planteos del caso y ensamblarlas conforme a una estrategia y tácticas
orientadas a la excelencia, radica de entrada, frente a la decisión de asumir o
no una Defensa, en hallarse en modo consciente de las fortalezas, de las
blanduras cognitivas, en examinar, reconocer, en afirmarse con sinceridad y sin
forzamientos acerca de las potencias que se poseen y facultan para desarrollar
los ejercicios de Defensa proactivos y reactivos de forma íntegra, sin tropiezos;
pero a su vez, radica en aceptar con franqueza y sin dudar de las anemias o debilidades[24] acerca
de lo que, para el caso a defender, no es hacedero trabajar y sacar avante, con
excelencia.
Caminante, procure no olvidar que, cuando una persona ingresa a su territorio de abogado penalista con el propósito de lograr que lo escuche en la consulta profesional a fin de otorgarle poder para que lo asista como defensor; más allá del vínculo de confianza que se construye en la relación: Defensor—Defendido, y más allá del compromiso de honorarios, pactados o no:
Lo que de principio a fin se pone en juego en el
tablero adversarial, es el rey de la presunción de inocencia y el rey de la
acusación, quienes esperan la muerte sin anestésicos (Martínez)[25], y
también se pone en juego el proyecto de vida de la persona quien de forma
serena o afligida busca sus servicios como defensor técnico de confianza.
Procure no olvidar que en el
camino flagelado de quien busca sus servicios profesionales, no solo se
involucra el candidato a imputación, acusación, condena o absolución, sino
también el circulo afectivo de su familia y seres queridos quienes, tarde o
temprano, lo esperan de regreso a la chimenea del hogar y los abrazos.
Por tanto, frente a las potencias
que Usted posea para emprender una travesía de Defensa, no con actitud de lo
bueno por hacer o intentar realizar sobre la marcha, sino con actitud de
excelencia profesional:
Caminante, se hace necesario que se
conozca (Tubau)[26], que conozca
su ejército probatorio, su equipo de trabajo e investigadores (Tubau)[27], que camine
y avance con firmeza, pero ante las debilidades, las carencias cognitivas, o
ante las dudas o limitaciones que advierta en los inventarios de su memoria, lo
recomendable es que se abstenga de asumir esa Defensa hacia un camino, quizás, fallido,
toda vez que, los desaciertos o resbaladas que no logre advertir por falta de
visión holística o, los peligros potenciales o inminentes —donde la
inteligencia se vuelve más vigilante—(Martínez)[28] que
oculte, minimice o disfrace al candidato a defendido, muy seguramente se
visibilizarán, a la vuelta de la esquina, a la mitad o final del camino, quizás
con resultados fatales.
Caminante, así como el fin del
ajedrez no es vencer sino maniobrar de tal modo que, en resumen,
inevitablemente, se obtenga la victoria (Martínez)[29],
recuerde que, los ejercicios de Defensa asumidos con actitud de excelencia no
son, de forma exclusiva, los que arriban al jaque mate de los planteos del caso
acusatorios, al archivo de las diligencias, a la preclusión de la investigación,
ni los que conducen a los laureles de la absolución total o parcial y
consiguiente libertad incondicional.
Por el contrario, aun en los casos-conductas,
en los cuales en la apertura de la partida se avizora un jaque mate pastor de
condena con penas altas agravadas o atenuadas, de igual tienen cabida
ejercicios de Defensa técnica asumidos con actitud de excelencia, los cuales se
definen no por haber movido las fichas que se pudieron mover o que resultaron de
casualidad, sino por haber desarrollado la estrategia y tácticas precisas sin
haber traicionado la dignidad del arte del cumplimiento de un deber (Martínez)[30]: haber
jugado en modo excelencia, por haber tomado decisiones con razonabilidad
jurídica, evaluadas a su debido tiempo: las que correspondían asumir en su
tiempo oportuno, y frente a las cuales no tenía espacio ninguna otra decisión.
Lo anterior, sucede tal cual como
ocurre en la partida de ajedrez, “donde no se ganan tiempos, sino que no se
pueden perder y, hacer una jugada correcta no es ganar un tiempo: es haber
jugado bien, no haber perdido un tiempo. Se pierde un tiempo cuando se permite
al contrario reforzar su posición” (Martínez)[31].
Caminante, en el tablero adversarial,
hable con las torres, con los peones, los caballos y los alfiles de sus
acreditaciones probatorias, hable con los precedentes de jurisprudencia de
los que hará uso para justificar su planteamiento del caso; hábleles en voz
alta y perciba si le sonríen o si le dan codazos; pregúnteles de “qué forma
puede sacar el máximo partido de ellos” y, pregúnteles lo que “opinan”
(Rowson)[32] acerca
de si se sienten fuertes llegado el momento de hablar en la práctica de pruebas
y, para apoyarlo con suficiencia en modo de argumentaciones jurídicas
impactantes en la batalla interesantísima de los alegatos finales del juicio
oral, pero, además, pregúnteles si necesitan de otros refuerzos para apuntalar las
justificaciones sustancial penales a favor de su defendido.
“Esto
parece un disparate, lo sé, pero inténtelo. Estas “conversaciones” no tienen
por qué suponer parloteo alguno, ni tampoco se trata de que considere a las
piezas (a los medios de prueba y precedentes
de jurisprudencia) como seres conscientes” o hablantes. En últimas de lo
que “se trata” es “de proceder a una utilización orgánica de todas
sus fuerzas” (Rowson)[33]
Caminante, cuando sienta que su
posición en el tablero adversarial se halla estática, frenada, sin salidas o no
se halla madura para el avance hacia el logro de resultados significativos a
favor de su defendido; piense con visión, emoción, imaginación y pensamiento
ajedrecísticos acerca de cómo lo imposible puede convertirse en lo posible y
conveniente (Martínez)[34] para la
toma de sus decisiones con seguridad y razonabilidades jurídicas.
En efecto, aun cuando en el tablero
de ajedrez adversarial tempestuoso existan posiciones excepcionales, en las
cuales, de entrada, se logra visualizar que, de principio a fin, los planteos
del caso acusatorio en las fases de investigación y juzgamiento se proyectarán persistentes
en la imputación fáctica, imputaciones probatorias e imputaciones jurídicas, contra
el rey de la presunción de inocencia, quien es el alma del ajedrez adversarial:
Procure no olvidar, tal como
ocurre en el ajedrez, que las posiciones en el tablero adversarial, por lo
general, son planteamientos en marcha (Rowson)[35] —no
inamovibles—, sino cambiantes o propensos al cambio, de lo cual resulta que las
etiquetas estáticas o petrificadas que se le adhieran a las controversias
adversariales acusatorias, es preferible pensarlas en modo de planteamientos en
movimiento, entendidos como una batalla lógica conceptual y lógica material,
donde además de la batalla de valoraciones sustanciales, se involucran la
táctica, la estrategia y las acreditaciones probatorias que se logren
incorporar al juicio oral y, donde además del escenario de la formulación de la
imputación se involucran los movimientos de la audiencia preparatoria, del
decreto y práctica de pruebas, los movimientos de interrogatorios y
contrainterrogatorios y los movimientos de los alegatos de conclusión en la
audiencia del juicio oral.
En ese horizonte, en el sistema adversarial, por principio, no tiene cabida aceptar el jaque mate por anticipado contra la presunción de inocencia de su defendido. Por tanto:
"No considera algo imposible sin haberlo examinado a fondo. Nuestra tendencia natural instintiva e intuitiva nos hace descartar de antemano muchas contingencias, considerándolas imposibles. Sin embargo, muchas de ellas no son imposibles si se examinan en detalle o desde otro punto de vista o perspectiva. Muchas veces, la calificación de imposible procede de un error de observación o método, o puede estar causada por nuestros prejuicios”[36].
Caminante, juegue su propia partida
sustancial y probatoria, sin prejuicios; tenga en cuenta que,
“cada nueva situación es siempre una nueva situación que debe examinarse
teniendo en cuenta la experiencia adquirida y al mismo tiempo, considerando que
podría suceder algo diferente” (Tubau)[37], pensando el camino,
insístase, acerca de cómo lo imposible puede convertirse en lo posible y
conveniente para la toma de sus decisiones con seguridad y razonabilidades
jurídicas.
Cuando juegue su partida no
confíe a ciegas en sus opiniones y mucho menos en las estadísticas de sus
triunfos anteriores (Tubau)[38] Por
tanto, procure evitar “razonar por analogía, así que tenga cuidado con
aquellas ideas que le “gustan” porque puede utilizarlas de forma inadecuada”[39].
Caminante, juegue la partida con las
fichas cognitivas de su siembra y cosechas, de su canasta y artesa de amasar
—mas no con fichas de conceptos y valoraciones sustanciales prestadas de consultas
o consejos dados, de prisa, por otros a través del WhatsApp—.
Juegue su partida con las fichas de
las proposiciones fácticas relevantes, con las evidencias pertinentes que las
acrediten y satisfagan con razones suficientes la teoría jurídica a la que
apuesta tenga acogida por parte de los jueces de conocimiento, jueces de
apelación, incluidos los jueces de la casación penal.
Caminante, tenga en cuenta esto:
juegue su propia partida, por principio, apoyado, siempre, en precedentes de
jurisprudencia que afirmen con razones suficientes de Derecho su planteo del
caso; juegue su partida con credibilidad, conforme a una estrategia definida
donde cada paso táctico de la estructura de peones que avanzan con soltura en la
apertura, donde cada clavada de alfiles veloces, cada salto de caballos sin
jadeos, cada desplazamiento de la reina combativa y torres legendarias en el juego
intermedio de la audiencia preparatoria y, finales del juicio oral, incluidos
los finales anticipados del proceso penal, donde cada reacción y decisión acordada,
de forma previa, con su defendido, hagan parte de una estrategia claramente
diseñada y ensamblada, pues en caso contrario, si tan solo improvisa (Moreno, Rojas)[40] sobre
la marcha (Duarte)[41] sin
haber ensayado o previsto cualquier situación imaginable (Tubau)[42] o, si tan
solo mueve las fichas sin objetivos sustanciales a largo plazo, sus decisiones
podrán correr el riesgo de convertirse en exclusivamente reactivas o
inmediatistas y, podrá suceder que se vea azarado o confundido (Rowson)[43],
jugando al vaivén del juego de su oponente acusatorio —mas no jugando su propia
partida— y, termine perdiendo el rumbo acerca de las decisiones a adoptar.
Cuando
juegue su partida adversarial, recuerde que la teoría del delito, al igual que el
Derecho penal son pasión, crisis, deleite, escritura, calvarios, planteos del
caso con fases de apertura, juego intermedio, juego de finales, jaque mate,
tablas, resurrección y, retorno a la libertad, a su debido tiempo.
Pero,
también, recuerde, que los planteos del caso acusatorios son un dragón
indolente que muerden, destrozan y pulverizan el alma y, cuando muerden
demasiado doloroso, concierne hacerles frente mirando hacia atrás, hacia
adelante, sin vaselina, sin anestésicos, en medio de las brasas, para que la
teoría del delito como el Derecho sustancial penal fluyan con objetividad como
fluye el agua en el río en sus rápidos y remansos…
Caminante,
al jugar su partida, procure no olvidar que la teoría del delito del caso de
Defensa no es nota para un examen final de semestre, examen preparatorio, no es
granizo de palabras, ni concurso de oratoria, menos, certamen de exhibicionismo
ante la justicia mediática, ni, tampoco, marihuana jurídica.
Cuando
se ponga a estudiar teoría del delito y los precedentes de la jurisprudencia,
fíjese en los detalles, anótelos en su blog, guárdelos en su computador
portátil y, si bucea a profundidad en la teoría del delito y precedentes que
utilizara para apoyar sus planteamientos del caso, podrá advertir, por ejemplo,
que en los detalles se hallan las diferencias entre la coautoría y el
concierto para delinquir con el fin de cometer delitos indeterminados; que en
los detalles se encuentran los aspectos esenciales que configuran la coautoría;
que en los detalles constitutivos del dominio del injusto se hallan los
aspectos que caracterizan al autor material, y que si no se configuran no es
dable imputarlo ni acusarlo como autor ni como coautor.
A
su vez, cuando se ponga a estudiar Derecho penal adjetivo, si bucea en la
estructura de las normas que describen las conductas injustas o las causales
excluyentes de responsabilidad, y si lee despacio esas normas, pero por sobre
todo si las lee despacio bien despacito, en voz alta, con voz
cadenciosa como si estuviera declamando un poema de Antonio Machado, podrá advertir que en los detalles
descriptivos es donde se hallan los elementos constitutivos de los tipos de
injusto, los que al no concurrir en la conducta de su defendido conducen a
valorar la ausencia de adecuación de la conducta al tipo objetivo que se le
pretende atribuir o, que se le atribuyó en la formulación de imputación o
acusación a su defendido.
Por
eso, cuando interrogue a un testigo, en el directo, o contrainterrogue a uno de la contraparte, además,
de preguntarle por los temas específicos objetos de prueba directos o
indirectos por los que fueron citados a declarar, pregúntele por los detalles
que afirmen su planteo del caso y por los que apunten a negar, neutralizar,
desequilibrar, poner en duda o dar jaque mate el planteo del caso acusatorio,
porque es de las preguntas y respuestas que afirmen o nieguen el planteo del
caso que usted utiliza y, de las preguntas y respuestas que nieguen,
neutralicen, pongan en duda o amenacen jaque mate a los planteos del caso
acusatorio, de donde brotan las Defensas concebidas con una táctica y
estrategia, puestas, como en el ajedrez, con la mirada en el jaque mate del
adversario.
En
el tablero adversarial recuerde, siempre, que los planteos del caso traducen en
un microcosmos de relatos de vida, con páginas escritas por el o los
protagonistas, los cuales se transmutan en imputaciones o acusaciones, cuyos
hechos no necesitará probarlos, pero si necesitará justificar con suficiencia
las afirmaciones sobre aquellos, traducidas en proposiciones fácticas
relevantes a través de acreditaciones probatorias que apunten al puerto de la
teoría jurídica a la que pretende arribar, a favor de su defendido.
Caminante,
procure no olvidar, que (salvo los hechos estipulados) todas las afirmaciones y
refutaciones que diga en los escenarios adversariales necesitan de
acreditaciones probatorias pertinentes (Jauchen)[44],
de evidencias que justifiquen las exigencias de los elementos legales atinentes
a los aspectos sustanciales materia de exculpaciones (Jauchen)[45];
por eso, evite —al máximo— ponerse en modo libero de simples enunciados, de meras
suposiciones o conjeturas, porque si lo hace, podrá decir de todo, construyendo
una casa en el aire donde solo habite su discurso, pero no habrá acreditado ni
justificado nada.
En
ese horizonte, cada vez que ingrese a un salón de audiencias, procure no perder
de vista que en el tablero de ajedrez adversarial tiene cabida la memoria,
donde no es dable olvidar el camino andado.
Por
tanto, cuando dialogue con el candidato a defendido, póngale de presente,
siempre, que recuerde el camino que hubiera pisado con sus zapatos nuevos, remendados
o resbalosos, toda vez que, los planteamientos del caso acusatorios se ocupan
de enrostrar los caminos andados en contravía, y los planteamientos del caso de
la Defensa se ocupan de las pisadas de los caminos trillados.
Caminante,
en igual sentido, en las pláticas con el candidato a defendido, póngale,
siempre, de presente (Reyes, Marrero)[46],
que cuando el camino ha sido turbio o enredado se hace necesario defenderse de
lo defendible de forma objetiva y transparente, sin resbalarse hacia travesuras
que fracturen la ética, pero, también, hágalo caer en cuenta que cuando los
caminos se hallan cerrados o se avizora lo indefendible (Kasparov)[47]
con proyecciones hacia un jaque mate pastor ineludible, por igual, se hace
necesario ponerle el pecho a la tempestad con sus rayos y truenos, asumiendo el
camino de la Defensa y, adoptando decisiones jurídicas a buen tiempo[48].
germanpabongomez
Bogotá, mayo de 2023
Cómo la Teoría del Caso imita al Ajedrez
Segunda Edición, Editorial Gustavo Ibáñez, pp. 184 a 200
[1] Garry Kasparov, Cómo la vida imita al ajedrez. Madrid: Editorial
Debate. 2007, pp. 45, 47 y 48.
[2] “La
partida de ajedrez es también un sistema coordinado de ideas mediante el cual
dos hombres pueden ponerse en contacto, compenetrarse, formando una unidad
convergente a un fin, a través de todas las peripecias del desarrollo del
raciocinio, acompañándose, acercándose y retirándose según es común en todo
lenguaje. Pueden entenderse. Cada movimiento es la expresión de una idea que el
contrario capta a veces en su más recóndito significado” Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez,
ob. cit., p. 165.
[3] Jonathan
Rowson,
Los siete pecados…, Editorial La casa del ajedrez, Madrid, 2010, pág.
12.
[4] “La
ventaja se puede determinar como única grande e indivisible o como un conjunto
de pequeñas. El objetivo de quien lleva la lucha de posiciones es acumular
sistemática y regularmente ventajas, por más insignificantes que sean, y
procurar convertir las variables en constantes; en caso opuesto, puede correr el
riesgo de perderlas”. Alexander Kotov,
Juegue como un Gran Maestro, Madrid:
Fundamentos. 1999, p. 31.
[5] “El
litigante defensor trabajará… abordará el caso en cuestión, fundamentalmente,
al utilizar la misma pauta de trabajo a la que recurrirá el fiscal. El defensor
confeccionará la teoría del caso, analizará y tratará de prever como el fiscal
presentará el caso ante el tribunal, para luego concentrarse en establecer y
determinar cuáles son las debilidades que presenta ese esquema, pues serán
precisamente esos puntos lo que la defensa explotará en juicio, sea a través de
argumentaciones, objeciones, contra examen o por medio de evidencia propia
presentada al efecto”. “Al decir de Traversi
la defensa se limitará a negar los cargos, confutando la credibilidad de las
pruebas de cargo o la coherencia lógica del teorema acusatorio. Esencialmente
esta estrategia tiende a demostrar o que las pruebas presentadas por la
acusación en conjunto no son suficientes para convalidar la hipótesis
acusatoria, o que las pruebas acusatorias no tienen valor de prueba, sino de
simples indicios porque son susceptibles de múltiples interpretaciones, o, por
último, que los datos probatorios son contradictorios entre ellos”. Moreno Holman, ob. cit., pp. 57 y 58.
[6] “No luches contra tu adversario. Cuando
te opones de manera sistemática a todo lo que hace tu adversario acabas por
convertirte en su víctima. Incluso tus victorias se convierten en derrotas,
porque estas reaccionando como un mecanismo previsible y acrítico, haciendo
todo lo contrario de lo que hace el”. Daniel
Tubau, El arte del engaño, Los
grandes libros de la estrategia china. Bogotá: Editorial Ariel. 2018, p.
538.
[7] “La ventaja puede consistir en una
grande e indivisible o en un conjunto de pequeñas. El bando predominante en la
lucha de posiciones debe acumular pequeñas ventajas y transformar las variables
en constantes”. Alexander Kotov, Juegue como un Gran Maestro, ob. cit.,
p. 34.
[8] “(…)
la defensa no solamente debe ser reactivo, sino proactivo. ¿A qué nos
referimos? Un pensamiento reactivo es aquel que gira en torno a reaccionar
frente a la acción de alguien. Si el Ministerio Público solicita, como medida
cautelar, la prisión preventiva, entonces la defensa argumentará las razones
del por qué el Juez no debe imponer semejante medida cautelar”
“La defensa
reactiva es aquella cuya actividad se reduce solamente a refutar los argumentos
del Ministerio Publico, sin mayores aportes que el solo hecho de negar el sentido
que dota autoridad ministerial a los datos de prueba” Hesbert Benavente Chorres, ob. cit., p.84.
[9] “Un buen litigante debe proyectar
credibilidad. En todas sus intervenciones el litigante debe comportarse y
proyectar con sus acciones, argumentos y comportamiento verbal y no verbal,
credibilidad ante sus contradictores y en especial ante el tribunal” (…)
“Comportamientos inapropiados o reñidos con la ética pueden desmoronar en un
segundo esa credibilidad construida en años, e impactar negativamente en los
futuros desempeños del litigante ante sus pares o juzgadores”. Rafael Blanco Suárez, Mauricio Decap
Fernández, Leonardo Moreno Holman, Hugo Rojas Corral, Litigación
Penal Estratégica, ob. cit., p. 45.
[10]
“Desde mi punto de vista, y siguiendo las ideas de Sun Tzu, el planteamiento y el diseño de un caso debe seguir
los siguientes principios: “Conócete a ti
mismo: conoce las fortalezas y debilidades tanto de tu caso como de ti
mismo. Es vital para un abogado conocer cuáles son los puntos fuertes y débiles
de las hipótesis que maneja, a efectos de que pueda concentrar toda su
argumentación en los puntos fuertes y reducir al mínimo los puntos débiles de
su caso y prever las posibles respuestas que dará ante los ataques que pueda
recibir sobre ese flanco. Asimismo, el abogado debe conocer los intereses de su
cliente; hasta donde está dispuesto a llegar en el caso y cuáles son los
riesgos que aceptaría. En otras palabras, el abogado debe conocer a profundidad
los intereses de su cliente, dado que, en última instancia, es este último
quien tomará las decisiones trascendentales del caso”. César
Higa Silva, Litigación,
Argumentación, ob. cit., p.
22.
[11] “Estas son preguntas pertinentes,
de las que conozco una respuesta certera. De algún modo, tenemos que saber que
el ajedrez puede ser un juego muy competitivo, y que, si queremos mejorar
nuestros resultados, tenemos que jugar con alguna relación constructiva acerca
del previsible desenlace, sin dejar que este domine nuestro pensamiento. Así
creo que lo ideal es que busquemos un estado mental que nos permita solo jugar,
pero que contenga implícita la premisa (por sutil o inconsciente que sea) de
que estamos jugando en función de un resultado”.
Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit.,
pp. 101 y 102.
[12] “A menudo se cree que cuanto más
fuerte es su juego, más claro es su pensamiento, pero personalmente no veo
justificación alguna para tal opinión. Más cerca de la verdad, parece ser
“cuanto más fuerte juegues, más completo es tu pensamiento”, donde completitud
puede ser una medida de diversidad, lo que es apropiado, de profundidad y de
precisión”. Jonathan Rowson, Los
siete pecados capitales…, ob. cit. p. 54.
[13] “Daniel Coleman, en Inteligencia
Emocional, la describe así: “La corriente es un estado de auto abandono, lo
opuesto a rumiar y preocuparse: en lugar de perderse en preocupaciones
nerviosas, la gente que se deja llevar por la corriente está tan absorbida por
la tarea que acomete que pierde toda conciencia de sí misma. En este sentido
los momentos en que el individuo se abandona a la corriente carecen de ego.
Paradójicamente, quienes se dejan llevar por la corriente exhiben un magistral
control sobre lo que están haciendo, sus respuestas están perfectamente
sintonizadas con demandas cambiantes en la tarea. Y aunque suelen obtener el
máximo rendimiento cuando se abandonan a la corriente, no están preocupadas por
cómo lo están haciendo, ni por pensamientos de éxito o fracaso: es el puro
placer de del acto en sí lo que los motiva”.
Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit.
p. 102.
[14] “La
refutación es un elemento de gran importancia para el abogado ya que es el
momento oportuno para mostrar a través de la argumentación que no logró probar
la contraparte y, por el contrario, que logre como parte probar y comprender a
través de las evidencias o hallazgos desarrollados en el juicio. La refutación
adorna el discurso de convicción, teniendo en cuenta que da motivos para que el
organismo decisor analice lo sucedido y a través del análisis y la refutación
concluya mostrando las falencias de la contraparte”. Liseth Carolina Chillón Puentes, Técnicas
de comunicación oral efectiva en el sistema penal acusatorio. Bogotá:
Ediciones Jurídicas Andrés Morales. 2013. p. 145.
[15] “Recuerda
que tu enemigo puede ser tan buen estratega como tú. No subestimes a
tu enemigo. Todos los grandes estrategas pueden encontrarse con uno que los
supera. Una buena práctica es ponerte en el lugar de tu enemigo, imaginar que
él conoce todas tus intenciones y que sabe todo lo que vas a hacer, y entonces
pensar cómo podría vencerte. Recuerda el teorema minimax, y piensa siempre en
la mejor respuesta posible de tu adversario”. Daniel
Tubau, ob. cit., p. 540.
[16] “El buen litigante conoce, en la
medida de lo posible, al tribunal. Para un litigante constituye un imperativo
el tratar de conocer la mayor información posible sobre el juez unipersonal que
conocerá de los debates preliminares o de los miembros del tribunal colegiado
que conocerán del juicio oral, pues como ya hemos advertido, el abogado es un
narrador persuasivo de su caso y la capacidad de que su mensaje sea entendido
por el juzgador depende en parte de su capacidad comunicativa”. Rafael Blanco Suárez, Mauricio Decap
Fernández, Leonardo Moreno Holman, Hugo Rojas Corral, Litigación
Penal Estratégica, ob. cit., p. 50.
[17]
Conoce a tu contraparte: conoce las fortalezas y debilidades de tu contraparte
como de su caso. Al igual que en el punto anterior, el abogado debe conocer
cuáles son los puntos fuertes y débiles de la teoría que podrá plantear su
contraparte, cuáles son las posibles respuestas que podrá emplear para atacar
dicha teoría, hasta donde estaría dispuesto a llegar su contraparte y que
riesgos podría asumir en la disputa del caso. También debe conocer, hasta donde
sea posible, los intereses y la psicología de su contraparte, dado que ello le
permitirá anticipar sus movidas, los riesgos que ella estaría dispuesta a
asumir, y dependiendo de ello, explorar las diversas posibles soluciones a su
caso: una negociación, conciliación, un juicio”. César Higa Silva, Litigación,
Argumentación, y Teoría del Caso, ob. cit., p. 23.
[18] Corte Suprema, Sala Penal, sentencia del 1º de
octubre de 2019, Rad. 52394. Alcance e importancia de la impugnabilidad de
credibilidad de testigos de cargo y descargo.
[19] “El buen litigante sabe tomar
notas y registrar toda la información relacionada con el caso. Es importante
que el abogado aprenda a tomar permanentemente notas de las actividades que
realiza y que no se confíe más allá de lo razonable de su capacidad
memorística. Particular importancia tienen estas notas durante la etapa
investigativa, al indagar sobre la existencia de posibles declarantes y sus
dichos. Los apuntes de los debates relevantes en las audiencias preliminares,
como la ilegalidad de una detención o sobre medidas cautelares o exclusión
probatoria, pueden ser útiles al momento de intervenir, precisando o
complementando los datos, refiriéndose a asuntos resueltos previamente o
haciéndose cargo de las argumentaciones o planteamientos de la parte
contraria”. Rafael Blanco Suárez,
Mauricio Decap Fernández, Leonardo Moreno Holman, Hugo Rojas Corral, Litigación
Penal Estratégica, ob. cit., p. 51 y 252.
[20] “El proceso de composición de un
plan es artístico, y así requiere imaginación inventiva, pero es parte orgánica
del enjuiciamiento de la posición, y, por ende, resultado del mismo. Uno de los
problemas del citado enjuiciamiento consiste en determinar los puntos débiles,
tanto del campo adversario como del propio, por lo cual todo plan debe guardar
relación con los puntos antedichos. Sobre este particular, el inigualable
maestro en la confección de planes Manuel
Lasker comenta: “Todo plan de juego debe basarse en el enjuiciamiento de
la posición”. Alexander Kotov, Juegue como un gran Maestro. Ob. cit.,
p.146.
[21] “Valorar correctamente la
posición, mediante un examen cuidadoso de todos los factores de la misma, y
señalar los objetivos pertinentes es sin duda uno de los principales
componentes del juego planeado. Pero no es menos importante seguir exactamente
el camino señalado sin desorientarse ni cometer errores. Pues, el contrincante
adivina (sic) de alguna manera las intenciones que lleva uno y los movimientos
que hará y, desde luego piensa aprovechar la primera ocasión que se le presente
para desviarlo de su plan de juego y seguir procedimientos no previstos en ese
plan, con el objeto de sacar ventajas considerables”. Alexander Kotov, Juegue como un gran Maestro. Madrid:
Editorial Fundamentos, 5ª edición. 1999, p. 89.
[22] “Como
cualquier explorador, primero debemos planificar la ruta. Luego organizar
nuestros recursos, darles el rumbo adecuado, decidir lo que necesitamos y
despojarnos de todo lo superfluo. Una vez en camino, hemos de seguir nuestra
táctica con ojo avizor, sin retroceder frente al conflicto, a menos que estemos
seguros de que es lo que más nos conviene. No debemos permitir que la alerta
frente a los peligros y las oportunidades nos distraiga de nuestra ruta.
Debemos ser conscientes de cualquier cambio de escenario, aprovechando esos
cambios como factores positivos, y sacar provecho de las nuevas condiciones”. Garry Kasparov, ob. cit., p. 336.
[23] “El
ajedrez es, pues, la imagen de esa lucha espiritual, de ideas, en una forma
reducida pero brava del espíritu, con los mismos derechos que cualquier otra
obra que reproduce cualquier otro aspecto de la lucha del hombre contra el
hombre, contra la naturaleza, contra sus pasiones, y que es la forma común y,
-digámoslo de una vez-grosera del arte”. Ezequiel
Martínez, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 214.
[24]
“Concentrarnos en nuestros propios pecados es, desde luego, difícil, igual que
es doloroso examinar nuestros defectos y errores. A nadie le gusta revivir
complicados reveses, pero a la larga entenderemos que analizarlos es esencial”.
Garry Kasparov, ob. cit., p. 241.
[25] “Toda
la evolución de la partida, todo el tiempo que ella necesita es para la muerte
del rey. La partida vive nada más que para lograr esa muerte y, si el tiempo es
la vida, tanto el que gana como el que pierde, muerte una vez que está
terminada. La partida podrá significar derrota o triunfo para los hombres que
la juegan, para la historia que la conserva, pero no para la partida misma.
Vencer es también morir, es concluir la partida”. Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob.
cit., p. 82.
[26] “Conócete a ti mismo y a tu adversario, las
fortalezas y las debilidades. “Es
uno de los consejos más célebres del Maestro
Sun, que como es obvio recuerda al consejo que suele atribuirse a Sócrates pero que estaba inscrito en el
templo de Apolo en Delfos, y que también se atribuye a la sacerdotisa Femonoe, supuesta hija del propio dios.
La tarea de conocerse a sí mismo pasa por un continuo examen introspectivo,
pero también por una observación cuidadosa de lo que hacemos, que conviene
registrar de alguna manera para no dejarnos engañar por los diferentes sesgos
psicológicos. Esta observación meticulosa y desapasionada debe aplicarse
también a los demás y a los adversarios en caso de enfrentamiento”. Daniel Tubau, ob. cit., p. 525.
[27] “Por eso, debemos entender la
frase de Sunzi: “Conoce al enemigo
y conócete a ti mismo, y no serás vencido en cien batallas en un sentido
amplio. No se refiere tan solo al clásico “Conócete a ti mismo”, sino que
también significa: conoce a tu ejército, a tus oficiales, observa, dirige,
organiza y prepara tus fuerzas, descubre sus debilidades y sus virtudes,
asegúrate de que cuentas con suficientes recursos para mantener a una tropa
numerosa en un territorio distante y de que el pueblo apoye a su soberano y esté
dispuesto a participar en sus guerras (…). Daniel
Tubau, El arte del engaño, ob. cit., p. 103.
[28] “El
peligro, pues, hace que la inteligencia se vuelva más despierta, mas vigilante,
y esto es también una ley universal”.
Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p.
82.
[29] “El
fin del ajedrez no es vencer, sino maniobrar de tal modo que, en resumen,
inevitablemente se obtenga la vitoria (…) lo que interesa no es pues la
victoria, sino el procedimiento, aun cuando la vitoria sea la prueba evidente
de lo mejor sancionando al tiempo de lo óptimo”.
Ezequiel Martínez, Filosofía del ajedrez, ob. cit., pp. 211 y
212.
[30] “Tiene
una responsabilidad, el ajedrecista, no puede traicionar la dignidad de su
arte, y el éxito significa, siempre, el cumplimiento de su deber: haber jugado
bien. Por eso no es ganar lo que interesa al ajedrecista, sino haber cumplido
con un deber”. Ezequiel Martínez, Filosofía
del ajedrez, ob. cit., p. 194.
[31] Ezequiel Martínez Estrada, Filosofía
del ajedrez, ob. cit., p. 77.
[32] “No tengo una respuesta fácil,
pero mi primera sugerencia es que se tome en serio la idea de “hablar con sus
piezas”. Cuando les hable a sus piezas, trae a la superficie inconscientes
juicios de valor en cuanto a sus pensamientos, y les permite a sus piezas
“”decirle” lo que “opinan acerca de cómo actuar o proceder en la partida” (…)
“Si juegas una apertura muy aguda y luego te encuentras en una posición
estratégicamente difícil, donde el ritmo ya no es lo más importante, entonces
es buena idea cambiar de marcha, preguntándole a tus piezas adónde les
gustaría ir” (…) “El concepto de hablarles a las propias piezas puede
estirarse infinitamente, pero yo suelo utilizarlo para “descomputarizar mis
pensamientos y producir un ajedrez más animado”.
Jonathan Rowson, Los siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit.,
p.43 y 45.
[33] Jonathan Rowson, Los siete pecados
capitales del ajedrez, ob. cit., págs. 27 y 28.
[34] “La
imaginación preside al cálculo. No se calcula en virtud de una posición dada,
sino en virtud de las posiciones posibles. Hay que imaginar posiciones posibles
y calcular si son convenientes, o se va calculando sobre posiciones
convenientes hasta llegar a una posible”. Ezequiel
Martínez Estrada, Filosofía del ajedrez, ob. cit., p. 268.
[35] “Una
posición en ajedrez casi siempre es un acontecimiento en marcha. No sin motivo,
nos referimos a la exhibición de partidas hermosas como “poesía en movimiento”.
La posición, y nuestra relación con ella, siempre es cambiante, y siempre es,
en esencia, impredecible. Ciertamente, como he dicho, el rasgo característico
de una posición de ajedrez es su propensión al cambio. Las etiquetas estáticas
que se le adhieran están, por tanto, inevitablemente condenadas a desprenderse.
Hay una fuerza transformadora que penetra el alma de la partida, y no hay una
buena razón para pensar que esta fuerza es ambivalente, coherente o
predecible”. Jonathan Rowson, Los
siete pecados capitales del ajedrez, ob. cit. p. 91.
[36] “Piensa
en cómo lo imposible podría convertirse en posible, Daniel Tubau, ob. cit., p. 537.
[37] “No te dejes llevar por los prejuicios y las
ideas aprendidas. Los prejuicios nos impiden ver lo que tenemos delante
tal cual es. Es cierto que muchos prejuicios nacen de la experiencia, pero cada
nueva situación es siempre una nueva situación, que debe examinarse teniendo en
cuenta la experiencia adquirida y al mismo tiempo, considerando que podría
suceder algo diferente. Hay muchos tipos de prejuicios o sesgos que nos
influyen. Francis Bacon, por poner un ejemplo, distinguió entre cuatro clases
de prejuicios o ídolos: los ídolos de la tribu, los del teatro, los del foro y
lo de la caverna”. Daniel Tubau,
ob. cit., p. 532.
[38] “No confíes a ciegas
en tus propias opiniones y mucho menos en tus propias estadísticas.
Existen muchísimos sesgos psicológicos de los que no somos conscientes y que
estropean la observación más atenta. Por ejemplo, está demostrado que creamos
recuerdos falsos, por lo que incluso el convencimiento absoluto de que algo lo
hemos visto o vivido puede no ser cierto. La estadística es sin duda uno de los
instrumentos más increíbles creados por la humanidad, pero hay que saber
aplicarla bien”. Daniel Tubau, ob.
cit., p. 530.
[39] “Hay un apoyo para esta
advertencia en la psicología de Gestalt, que sugiere que la experiencia pasada
no siempre nos ayuda a resolver problemas y que incluso puede ser
contraproducente. Luchins (en
1942) dijo: “el hábito crea un estado mental mecanizado, una actitud ciega
hacia los problemas. No se examina el problema por sus propias características,
sino que es empujado por la aplicación mecánica de un método ya utilizado”. Jonathan Rowson, Los siete pecados
capitales del ajedrez, ob. cit., pp. 50 y 51.
[40] “En ocasiones es posible observar
en el foro a abogados que desechan la preparación y planificación del caso,
confiando en sus sólidos conocimientos jurídicos procesales o sustantivos, e su
capacidad de improvisación o en su vago e incompleto conocimiento del aso,
descuidando el carácter contradictorio y complejo que tiene su presentación
ante un tribunal que lo resolverá en audiencias orales. La teoría del caso nos
indica en general que los escenarios judiciales no son un espacio para
improvisar, ni en el juicio oral una oportunidad para investigar la existencia
de información favorable para nuestro caso. Ambas actitudes más bien lo que
hacen es incrementar la posibilidad de perder el juicio”. Rafael Blanco S., Mauricio Decap F., Leonardo
Moreno H., Hugo Rojas C., Litigación penal estratégica en juicios
orales, Tirant lo Blanch, Valencia, 2021, p. 24 y 25.
[41] “El
juicio oral es vertiginoso y no reserva ninguna piedad para los abogados que no
sepan exactamente qué deben hacer en el momento oportuno. Confiar y aferrarse a
la intuición y al talento es un error que por lo general acaba en una sentencia
desfavorable para el abogado que confió que podría improvisar sobre la marcha”.
Pedro J. Duarte Canaán, El arte
de la litigación penal oral, ob. cit., p. 26.
[42] “Siempre ocurre lo inesperado: prepárate para
lo imprevisible. No
improvises la improvisación. En muchas ocasiones tendrás que improvisar ante
una nueva situación, pero las mejores situaciones surgen cuando hemos ensayado
o previsto cualquier situación imaginable. Nuestra obligación es prepararnos
para todo aquello que no se puede prever. Lo imprevisible es, por definición,
todo aquello que no se puede prever, pero si es posible tener en consideración
factores que parecen alejados de la situación actual. Un modo de hacerlo es
recordar experiencias pasadas, otro revisar situaciones estratégicas
históricas”. Daniel Tubau, ob.
cit., p. 528.
[43] “La principal dificultad al pensar
es la confusión. Tratamos de conseguir demasiadas cosas de inmediato.
Emociones, información, lógica, esperanzas y creatividad se agolpan dentro de
nosotros. Es como hacer malabarismos con demasiadas pelotas” Edward Bono, citado por Jonathan Rowson, Los siete pecados
capitales del ajedrez, ob. cit. p. 51; “la confusión es originada por la no
existencia de una respuesta concreta a los interrogantes de la posición”. Jonathan Rowson, Los siete pecados
capitales del ajedrez, ob. cit. p. 52.
[44] “Por ello, una correcta
estructuración del planteo del caso solo se cierra, cuando planteamos
afirmaciones de hecho que cubran, cada uno de ellos, la adecuación a todos los
elementos típicos requeridos por la norma penal. En consecuencia, habrá de
seleccionarse con eficacia qué afirmaciones de hechos concretos satisfacen
adecuadamente cada elemento típico exigido por la norma que nos favorece. Pero
para afirmar un hecho o circunstancias determinada con tales propósitos, previamente
debemos saber con qué evidencia acreditaremos ese hecho como facto. En otros
términos, para elaborar el planteo del caso debemos revisar con qué pruebas
contamos para acreditar y poder afirmar ciertos hechos que luego puedan
satisfacer su adecuación al tipo penal que pretendemos invocar a favor del
cliente”. Eduardo Jauchen, Estrategias de litigación penal oral,
Rubinzal—Culzoni Editores, Buenos Aires, 2014, p. 292. 293.
[45] “El abogado habrá de revisar si
cuenta con evidencias probatorias que acrediten esas afirmaciones de hecho. Y
solo si verifica la existencia de elementos para demostrar la existencia de las
mismas puede formularlas en su planteo como postulado parcial del mismo” (…)
Cada tipo penal está compuesto de varios y diferentes elementos típicos que el
legislador ha consagrado como exigencias para que el mismo sea aplicable. El
abogado deberá entonces seleccionar, de la totalidad de la plataforma fáctica
que conforma el suceso de juzgamiento, qué fragmentos del mismo representan situaciones
de hecho que demuestren el cumplimiento de las exigencias de cada uno de los
elementos legales”. Eduardo Jauchen,
Estrategias de litigación penal oral,
Rubinzal—Culzoni Editores, Buenos Aires, 2014, p.303.
[46] “La confección de esta debe contar
con la aprobación del cliente, quien en principio puede no estar de acuerdo con
la forma en que el abogado quiera presentar los hechos, describir la conducta o
exponer los motivos que la guiaron; si en el curso del proceso el cliente se
aparta de la teoría, bien sea en desarrollo de un interrogatorio o en
declaraciones a los medios de comunicación, el caso puede derrumbarse (Miller).
Por esto resulta preferible explicarle al cliente las razones por las cuales se
recomienda optar por una teoría del caso y no por otra, e intentar persuadirlo
de que la acepte; si eso no se consigue, es preferible introducir
modificaciones o ajustes a la misma de tal manera que el cliente se sienta
cómoda con ella (Miller)”. Danny Marrero
y Yesid Reyes Alvarado, ¿Cómo y para qué se elabora una teoría del
caso?, ob. cit. p. 16.
[47] “El
mismo Lasker decía que la posición
nunca es tan mala como para no poder defenderse. No en balde dice el adagio
ajedrecístico: <Nunca es tarde para rendirse>. La práctica muestra que
por más desastrosa que sea la posición, siempre habrá posibilidad de enconada
resistencia. La tarea consiste en hallar esa posibilidad”. Garry Kasparov, 24 Lecciones de Ajedrez, Editorial Hispano—Europea. Madrid, 2015,
p. 92.
[48] “Es
lo que llamamos una situación límite, cuando cualquier desliz puede ser fatal.
La clave consiste en darse cuenta de la posición en la que nos encontramos,
antes de seleccionar las opciones. ¿Con cuánto tiempo de análisis contamos?
¿Hasta qué punto es precaria la situación? ¿Estamos en un <todo o nada>,
<correcto o erróneo>, o podemos escoger entre varias alternativas en
función de nuestro estilo? Es cierto que a veces no conocemos la respuesta a
esas preguntas antes de ir un poco más allá, pero normalmente nuestra intuición
nos lo dirá, sino tomamos la molestia de preguntárselo”. Garry Kasparov, Cómo la vida imita al ajedrez, ob. cit., p. 211.
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