Protesta Social Vs. Vandalismo

 

El Derecho a la protesta social, y sus motivos de inconformidad con la agenda, políticas públicas y ejecutorias del Gobierno Nacional, merecen varias lecturas.

Por su parte, las expresiones de Vandalismo, con sus indistintos actos criminales, a su vez, merecen varias lecturas de cara a la búsqueda de respuestas, encuentro de armonía y recuperación de equilibrios en orden al freno de su expansión.

En ese horizonte, en absoluto, se pueden entremezclar esa dualidad de expresiones, toda vez que la protesta social con sus indistintas manifestaciones, para nada, incluyen la criminalidad vandálica, ni los actos criminales en ninguna de sus adecuaciones típicas constituyen expresiones de protesta social.

Al tenerse claridad que Protesta social y Vandalismo son arenas movedizas de distintos costales causales, no deja de causar preocupación que, cuando aquella ha impactado como hecho político, de la marcha pacífica aparecen, como por generación espontánea, los vandálicos y encapuchados, consumando indistintas conductas criminales…

A su vez, no deja de ser un lugar común que los medios de comunicación concentren la mayoría de las imágenes en mostrar las conductas de lesiones personales agravadas, tentativas de homicidios contra nuestros Policías, hurtos calificados y agravados, saqueos y destrucciones a la propiedad privada.

Ante esa avalancha de noticias, concentrada en uno de los extremos de la objetividad, sin mínimos esfuerzos de manipulación mediática, los radio—oyentes y la tele—audiencia terminan fijando su atención en las imágenes de vandalismo, con la consiguiente reacción —como debe ser— de repudio total a la violencia.

Ese rechazo, —quiérase o no— termina contaminando la legitimidad de la protesta social, y en el transcurso de las horas de la noche y día siguiente, la protesta social se ve avocada al repudio, a la criminalización, y a los líderes sociales como dirigentes políticos que convocaron la protesta social les comienzan a llover juicios de responsabilidad política y penales, debidos a sus intervenciones incendiarias en redes sociales, como si aquellos fueran los autores intelectuales o determinadores de los actos de vandalismo.

En efecto, esas atribuciones de autoría intelectual y determinación, como juicios colectivos de imputación comienzan a rodar por las redes sociales, y la bola de nieve reactiva se utiliza a tope por aquellos a quienes sólo les interesa una ciudadanía sumisa, inyectada de conformismo y anestesia silente: sin lugar ni espacios para la contradicción dialéctica, tan sólo con lugares permitidos para el incienso y adulación de los ídolos que ofician como machos alfa de la manada, quienes por el contrario, si hacen uso de micrófonos abiertos para negación de la realidad, perfumación de los flagelos, minimización de las epidemias sociales... como si en esta vereda tropical colmada de exclusiones e indiferencias, no pasara nada...

En toda sociedad, incluida la colombiana, convergen consensos como conflictos de carácter sociales, políticos y económicos; conflictividades que tienen su origen en contradicciones horizontales, verticales, transversales, debidas a variedad de factores.

Por tanto, es hora de aprender a leer, por separado, las causas y motivaciones que dan lugar a la protesta social, para darles las consiguientes respuestas del diálogo social y concertaciones de cara al diseño y ejecución de políticas públicas y reorientación de las agendas y ejecutorias del Gobierno nacional.

Pero, también se hace necesario leer las causas y motivaciones de los actos de vandalismo, para poner sobre la mesa las necesarias respuestas de carácter criminológico que apunten a explorar y descubrir acerca de la génesis de esos brotes indiscriminados de vandalismo, para empezar a darles respuesta a través de políticas sociales de inclusión en el universo de oportunidades que ofrece la sociedad de cara a la construcción de ciudadanía.

Las manifestaciones de legitimidad de la Protesta Social entendida como Derecho ciudadano merecen receptividad, ser oídas, y se hace urgente respuestas de diálogo social con indistintos actores, pues el conjunto de voces, antes que un ruido intermitente de campaneos aislados, constituye un brote entrelazado de inconformidad y pulso social adolorido que recorre las venas del consciente colectivo, lo cual evidencia que algo está pasando, que algo y muchos algos de la agenda, políticas y ejecutorias del gobierno se proyectan disfuncionales y necesitan correctivos.

A su vez, las expresiones de vandalismo e indistintas manifestaciones de delitos consumados en campo abierto en las calles y barrios de nuestras ciudades capitales por los colectivos vandálicos, además de las respuestas de uso de la fuerza legítima, capturas, judicializaciones, correspondientes imputaciones y condenas en estrados judiciales, merecen una lectura criminológica pormenorizada en cuanto a su génesis, causalidades internas y externas, pues como expresiones de criminalidad, indican que alguna epidemia social a la que quizás no se le ha puesto el debido cuidado, se halla en proceso de expansión silenciosa a través de las venas del cuerpo social.

En suma, nuestra convocatoria democrática apunta a llamar la atención, para que la Protesta Social entendida como Derecho ciudadano en la proyección de construcción real de ciudadanía encuentre por parte del Gobierno Nacional respuestas de diálogo social en el propósito de la construcción de nuevos consensos, y a su vez, apunta a llamar la atención para que a los actos de vandalismo no sólo se les otorgue el tratamiento punitivo que merecen, sino también se les brinde el tratamiento que resulte de la exploración criminológica, pues cuando el alma sufre, el cuerpo se queja, y frente a los brotes de vandalismo surgen muchos interrogantes que a más de respuestas punitivas y reflexiones académicas, necesitan respuestas a través de agendas públicas sociales.

germanpabongomez
El Portal de Shambhala
abril de 2021

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